“O se opta consciente y reflejamente, o la opción de nuestra vida se realiza sin que ni siquiera caigamos en la cuenta de ello. Pero en cualquier caso, nuestra vida y nuestra acción se inscriben en uno de los sectores contendientes. No hay marginados frente al conflicto social; hay sencillamente, contendores abiertos y contendores solapados, luchadores convencidos y tontos útiles. Demasiadas veces, y más por ingenuidad que por mala voluntad, los universitarios formamos parte de este último grupo. Todos estamos comprometidos: resta saber por quién”.
Ignacio Martín-Baró

martes, 13 de noviembre de 2012

Cuando lo ridículo deviene autoritario

"Si no fueran tan temibles
nos darían risa.
Si no fueran tan dañinos
nos darían lástima.
Porque como los fantasmas,
sin pausa y sin prisa,
no son nada si les quitas
la sábana."
 Joan Manuel Serrat


Veo las noticias y la verdad me cuesta creer que el gobierno haga una propuesta tan ridícula como esa de tener horarios para protestar. Pero si se analiza con más detenimiento, lo ridículo deviene autoritario. Pongámoslo en perspectiva. ¿Ustedes se imaginan esto de los horarios en otros países?

Pongamos como ejemplo a Egipto, y cualquiera podría objetar diciendo que ahí había dictadura, pero ¿cómo es que empiezan las dictaduras sino proscribiendo el derecho de reunión y manifestación? Veamos.

¿Se imaginan la multitud en la plaza Tahir protestando contra el tirano? La manifestación en lo mejor cuando suena la sirena que indica que se acabó la protesta. La gente diría: "bueno compadre, hasta mañana, no cayó el tirano hoy, tal vez mañana... nos vemos a las 9 de la mañana, no se le olvide marcar la tarjeta que certifica que se retiró a la hora indicada". ¿Ridículo verdad?.

Imaginemos ahora, una situación como la del jueves anterior.

Gente de varias comunidades, vienen desde lejos. La manifestación debe empezar a las nueve en punto porque a esa hora empieza a correr el reloj. Si en "lagartopistas del sol" hubo un derrumbe, pues se jodieron, o si no se cayó otro puente en la General Cañas. ¡Salados diría el gobierno! Total no es culpa del gobierno, aquí la culpa nunca es de nadie. Pero supongamos que todo funciona bien (esto es falaz si todo funcionara bien, no habría protesta) y la gente llegó a las 8:30 a.m., ya prestos para la marcha de las  nueve. La gente marcha alegremente hasta el sitio acordado para el final, digamos la CCSS. Pero resulta que la jerarca encargada (más bien designada a dedo por el gobierno) a esa hora se fue a otro lado, tenía una reunión importante digamos, no se crea que no quiere atender a los insignes y respetuosos manifestantes, y entonces, los que vinieron de largo tuvieron que irse sin poder conversar con la jerarca (designada a dedo) para que se resolviera el asunto en cuestión. 

El grupo de manifestantes entonces, frustrados dirían: "¡que madre! no pudimos ser recibidos por el presidente ejecutivo", otro le respondería: "sí, es que es una mujer muy ocupada", el primero diría: "pues nada, hagamos una nueva solicitud de marcha". Y todos los manifestantes se ponen de acuerdo, eso sí rápido, que el tiempo de manifestación se acaba.

Redactan la carta de solicitud de protesta que diría más o menos algo como así:

"Estimado señor Ministro de Seguridad:

Muy respetuosamente nos dirigimos a usted, porque con motivo de que el día 8 de noviembre no logramos que la señora presidenta ejecutiva de la CCSS nos nos atendió, le solicitamos muy respetuosamente sírvase extendernos un nuevo permiso para manifestarnos el día 15 de noviembre en los horarios por ustedes definidos como legales. No omitimos manifestarle la urgencia de nuestra protesta, en razón de que no tenemos especialidades médicas y alguien se nos puede morir.

Sin más por el momento, agradeciendo su estimable ayuda, se despiden, de usted.


Pd. Señor Ministro es posible que en la próxima marcha pidamos su cabeza. Nada personal"

Cuando la carta llega al ministerio, empezaría la burocracia, para ver a quién se la pasan. ¿con cuánto tiempo habría que hacer la solicitud de protesta? Seguro que dependería de la urgencia, y la urgencia la definiría el gobierno de acuerdo a la siguiente tabla:

1. Iglesia Católica.

2. Cena de gala de la presidenta en algún lado
3. Inauguración de un Mall
4. Festival de la Luz
5. El tope.
6. Romería (aunque está de número uno no importa, la iglesia tiene el doble de derecho)
7. Plaza pública del PLN
8. Celebraciones por la sele
9. Otras de interés del gobierno
10. Manifestaciones exigiendo derechos. Si no hay otras actividades (¡ah que pena! sí hay).

El ministro diría, "ay qué pena, pero fíjese que ese día ya tenemos una protesta, y no pueden chocar dos", y claro resulta que el Ministro utilizaría el mismo sistema de citas de la CCSS, (que es  de pura casualidad uno de los motivos de la protesta). Pues ni modo, a prepararse para la marcha del 29 de febrero de 2016. Lo bueno es que habrá bastante tiempo para la convocatoria.

Pero ya en serio. Esta propuesta a todas luces ridícula, lo que encierra es el autoritarismo del mal gobierno de Chinchilla. Porque en realidad lo que se busca es limitar el derecho de manifestación, porque luego lo que sigue es aprobar cuáles manifestaciones se hacen y cuáles no. Imaginemos: "Señora presidenta voy a a hacer una manifestación para pedir su renuncia ¿me da permiso?".

Y claro, el mal gobierno nos promete que garantizará el derecho a la protesta, pero también prometió ser firme y honesta, ¡y nada!, ni lo uno ni lo otro. Habla el gobierno de garantizar el derecho a la protesta pero vetó la ley que que ampliaba y garantizaba el derecho a la huelga. Sólo recuérdese que prometió no publicar la "Ley mordaza", y ya vimos.

Lo que se pretende es institucionalizar al movimiento social, meter la protesta en la lógica de la burocracia del mal gobierno. Y esto claramente busca criminalizar la protesta. Ese es el objetivo. Los dirigentes, sindicales, comunales, estudiantiles, y la población en general, deberían rechazar tajantemente esta propuesta autoritaria del mal gobierno de Chinchilla.

Esta absurda propuesta es un eslabón más de esta escala autoritaria, justo en este contexto es cuando lo ridículo deviene autoritario. Precisamente porque en lugar de estar ideando estos absurdos, el mal gobierno lo que debería estar haciendo es reducir las protestas, pero no a punta de palo, sino con políticas y acciones que devuelvan sus derechos a la ciudadanía, con acciones que saquen a ese millón ciento cuarenta mil de la pobreza; entre otras muchas cosas. Ese es precisamente el tufo autoritario: la respuesta violenta, el garrote frente al reclamo legítimo de derechos.

Lo peor es que hay un montón de abogadillos y fachitos que les parece genial la idea, y aplauden como focas, porque les cuesta mucho pensar al margen de la torcida legalidad de este Estado neoliberal. A esas focas dedicaré el próximo apunte.

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