“O se opta consciente y reflejamente, o la opción de nuestra vida se realiza sin que ni siquiera caigamos en la cuenta de ello. Pero en cualquier caso, nuestra vida y nuestra acción se inscriben en uno de los sectores contendientes. No hay marginados frente al conflicto social; hay sencillamente, contendores abiertos y contendores solapados, luchadores convencidos y tontos útiles. Demasiadas veces, y más por ingenuidad que por mala voluntad, los universitarios formamos parte de este último grupo. Todos estamos comprometidos: resta saber por quién”.
Ignacio Martín-Baró

jueves, 26 de julio de 2018

Educación Cívica e Ideología II... El programa Ética estética y ciudananía.

Decía en el apunte de ayer que el programa Ética, Estética y Ciudadanía impulsados por Leonardo Garnier durante el gobierno de San Óscar, son una mejora considerable con respecto a lo que había antes. Sin embargo, esa mejora no representa que la materia de Educación Cívica fuera "neutra" o "libre de ideología", todo lo contrario. Lo que sucede ahora es que charlatanes y oportunistas han aprovechado para realizar un nuevo ataque al Ministro Mora.

Para que veamos que esto de contenidos ideológicos en Cívica no es nada nuevo, antes de entrarle a los textos que editaron cuando gobernaba el PLN, la introducción que escribió Garnier para el programa Ética, Estética y Ciudadanía, y que analizamos en nuestra tesis de Licenciatura*

Resultaba muy interesante esa introducción por su carácter ideológico. De hecho cuando hicimos defensa de tesis mencionamos que algo que nos gustaba de Garnier era su "transparencia ideológica", y que no le huía al debate. Eso, decíamos nos parecía muy sano, más allá de nuestro evidente desacuerdo con él. Pues bien, Garnier explica que la Educación Cívica tiene como finalidad "inculcar en los y las jóvenes el cariño por Costa Rica, el compromiso de toda la población en la construcción de una sociedad más justa y solidaria, la voluntad para alcanzar acuerdos, el aprecio por lo que es bueno y bello, y la importancia de preservar la diversidad biológica existente en la nación". Pero hay más, también se imparte Educación Cívica pensando en "generar el recurso humano que la economía actual demanda; trabajadores productivos y eficientes, conocedores de las leyes del intercambio de bienes y servicios". ¿Alguien tiene duda de lo ideológico de estos objetivos? Como ya se verá, uno de los ejes transversales del programa es el Respeto por la legalidad, que en la práctica se termina traduciendo en sujetos pasivos que canalizan todo a través de las instituciones, principalmente las posibilidades de transformación. En los textos, como se verá después, eso implica la cooptación institucional de la organicidad social. Todo, absolutamente todo, pasa por las instituciones, y nosotros como ciudadanos delegamos la representación en otros: no existe organización posible al margen del Estado. El Estado siempre es malo para los neoliberales, excepto cuando se trata de mantener el orden... Pero supongo que para el PLN esto no es ideología, ni adoctrinamiento, es solo educación.

Para Garnier, la Educación Cívica y las demás asignaturas de secundaria, deben "proveer a los individuos de herramientas para eliminar de raíz los dos grandes causantes de la miseria en la nación, la improductividad y el favoritismo". Para él, los contenidos que se imparten en Educación Cívica y en muchas otras de las asignaturas de Secundaria, deben satisfacer las demandas del mercado; del logro de este cometido, dependen las oportunidades de la juventud para de encontrar un empleo en el futuro. Ojo que aquí habla de las "demandas del mercado" y no de las necesidades sociales, a menos que Garnier equipare a la sociedad con el mercado, lo que sería claramente un reduccionismo, y un economicismo, porque ya veremos, Garnier (al menos en esta introducción) parte de que es el mercado y el egoísmo individual el motor de la sociedad, y la forma natural de relación social.

Además, indica que es urgente revisar y revalorizar los contenidos de Educación Cívica, y de las demás asignaturas llamadas especiales, con miras a disminuir los gastos que suelen generar los esfuerzos pedagógicos que se realizan en la nación, y con la finalidad de incrementar la rentabilidad individual y colectiva de las labores educativas en Costa Rica.

De acuerdo a Garnier, el objeto de la Educación Cívica es formar para la convivencia, y de entrada ¿quién podría oponerse a ello? La cuestión es cuáles son esos parámetros para la convivencia, qué tipo de convivencia, y con cuáles valores se espera esa convivencia. Garnier plantea la formación en la convivencia a partir de dicotomías. Y es desde las dicotomías que da respuesta al para qué de la educación, y dice: “debemos entender que en nuestra relación con los otros – y con el entorno natural del que formamos parte – nos va la vida; ya sea que hablemos del amor o de la guerra; del trabajo o del juego; de las pasiones o los intereses, del ocio o del negocio. Para todo eso, educamos... y para eso, debemos educar a todos”. Garnier establece acá cuatro pares dicotómicos sobre lo que se debe formar, y aunque pueda parecer una licencia literaria, ¿debemos formar para la guerra? Si se acomodan estos cuatro pares dicotómicos quedan de la siguiente manera:

Amor - Guerra
Trabajo - Juego
Pasiones - Intereses
Ocio - Negocio

Veamos el grupo de valores que están a la izquierda, tendríamos Amor – Trabajo – Pasiones – Ocio, este sería un primer núcleo de valores para la formación, y podría interpretarse que son "valores positivos". Y un segundo núcleo, sería el de los valores del mercado, Guerra – Juego – Intereses – Negocio. Es decir, por un lado se forma para amar y trabajar, disfrutar del ocio y las pasiones a la vez que formamos para la guerra y el juego, los intereses y el negocio. Esto según Garnier es una formación integral. Luego añade: “Por eso la educación debe ser, en parte, una educación para el trabajo, para la producción y el intercambio, una educación para la convivencia económica, una convivencia eficiente y justa que nos permita sacar partido – individual y colectivo – a nuestro ingenio, a nuestro esfuerzo y a los recursos con que contamos”.

Hay que hacer notar que lo primero que se menciona dentro de esta forma de “educación integral” es la formación para el mercado. Esto claramente responde a un orden de ideas, pero Garnier es lo primero que menciona, y lo pone de relieve a lo largo de toda la introducción, la estética es el complemento a la formación para el mercado, o sea, ser productivo. Y según Garnier, la contradicción fundamental resulta del individualismo frente a la colectividad: “no sólo nos interesa el intercambio y la convivencia económica con los demás, tal y como suele reflejarse en las relaciones de producción, de comercio, y de consumo”, sino que también como “... bien señalaba Adam Smith en su “Teoría de los Sentimientos Morales”, nos interesa – más que ninguna otra cosa – el afecto o la simpatía de los demás, su aprecio, su respeto, su reconocimiento; nos importa qué piensan y sienten los demás sobre nosotros. En pocas palabras, nos importa importarles a los demás”.

De lo anterior llaman la atención dos asuntos. El primero es que se apele al egoísmo como forma de relación, y que a partir de ahí, se fundamente la elaboración del programa para la Educación Cívica. Lo segundo es la cita de Adam Smith, lo que ya muestra claramente la tendencia altamente ideológica de Garnier. Pero suponemos que quienes acusan de ideológico un texto, les parece muy bien que la base en que se fundamenta el programa Ética, Estética y Ciudadanía sea Smith, ¡luego nos dicen trasnochados a nosotros!

Y aquí nuevamente encontramos una dicotomía, esta vez: egoísmo – solidaridad. Para Garnier, que hace una lectura de la condición humana desde Smith, lo natural sería la búsqueda del “poder, prestigio y riqueza”, pero también el “afecto, el respeto, la solidaridad y el reconocimiento de los demás”. Es decir, acá nos movemos entre la dicotomía producción (generación de capital) y la solidaridad, que es entendida por Garnier por la necesidad de ser queridos y respetados. Es claro entonces que tenemos aquí es una falsa dicotomía: egoísmo – que los otros nos admiren. Que en realidad debería ser: egoísmo – egocentrismo, porque eso es lo que significa que "los otros nos admiren".

Y con esta falsa dicotomía  se llega a la utopía liberal: a la compaginación del desarrollismo consumista con el disfrute de la vida plena, en armonía con el ambiente. Lo que sigue es una joya: “Para eso debemos educar: tanto para la convivencia eficiente, útil y práctica del mundo del trabajo, del comercio o del consumo; como para la vida plena y trascendente que surge de la convivencia solidaria, del afecto desinteresado y de la responsabilidad con el medio. Esta no es una paradoja simple y, mucho menos, una paradoja fácil de traducir en recetas educativas”. ¿Cómo se resuelve esta paradoja de la sociedad de consumo y en armonía con el medio ambiente, de la formación para el trabajo y el disfrute pleno de la vida? Garnier no lo resuelve, porque está inscrito en la lógica desarrollista del capital, así de sencillo: no hay respuesta.

Pero de acuerdo con su lógica, la formación que se brindará es para la vida y para la convivencia, a la vez que se educa para la eficiencia, equiparada por él al egoísmo cuando dice: “... es igualmente claro que, al educar, no podemos quedarnos con las necesidades prácticas del egoísmo”, y estas tendencias egoístas deben ser compatibles con la “... simpatía, la identificación con el otro y con el entorno, como condición indispensable para la supervivencia de una sociedad libre que convive en un planeta frágil”. Por lo tanto, las salidas de Garnier serán la ética y la estética, como diferenciadoras de lo correcto y de lo bello, en el marco de la educación para la “ciudadanía democrática”, cuyo fin es librarnos del miedo y la discriminación, es decir,  una “sociedad libre”. Terminología de Guerra Fría, por cierto.

Para Garnier el objetivo de la “educación ciudadana y para la ciudadanía” radica en que jóvenes puedan desarrollar habilidades “... para convivir en sociedad dentro de un marco democrático de Estado de Derecho y de respeto a los derechos en su sentido más pleno. Hay prácticas que deben
aprenderse y, valga la redundancia, practicarse, hasta que se vuelvan no solo entendidas y practicadas... sino casi intuitivas: el sentir democrático”. Por algo uno de los ejes transversales del programa es el respeto por la legalidad, asunto que luego se repetirá una y otra vez en los textos, hasta naturalizarlo. Garnier es consciente de que es más efectivo un proceso de “concientización”, de
naturalización, que de implantación. Busca que haya coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, porque la contradicción entre las prácticas autoritarias y el discurso de la democracia “... simplemente no funciona con los jóvenes”. De seguido hace la enunciación de los valores que califica como fundamentales en las formación par la ciudadanía:

“... la justicia y la equidad; la autonomía, entendida como
antítesis del autoritarismo o el mero tutelaje; la tolerancia y el
respeto y aprecio de la diversidad; la expansión de la libertad
en su sentido amplio de capacidad: soy libre cuando tengo la
libertad real de ejercer mis capacidades y mi potencial; la
dignidad como derecho a una vida buena y, en especial, como
derecho a no ser humillado, a no ser tratado – ni sentirse –
como menos que nadie. La solidaridad y la simpatía: la
identificación con el otro. La responsabilidad con nosotros,
con los otros y con el entorno. El derecho a los sentimientos:
el regreso a una educación sentimental.”

La cuestión es, cómo hacer esto efectivo con una formación basada en el egoísmo y egocentrismo, teniendo como uno de los principales valores la competitividad. Más adelante alude a un tema de suma importancia, que es el mundo globalizado de hoy. Lo hace desde dos lugares. Desde la globalización de las comunicaciones, y en este sentido indica que la educación no puede estar fuera de este contexto real. Los y las jóvenes de hoy pueden acceder a un cúmulo de información que permite estar al día de los que ocurre en el mundo entero. Para Garnier esto produce un intenso “... sentido de pertenencia a un conglomerado global; y no hay aldeanismo que lo detenga”. Desde este punto de vista se plantea una situación realista, y que debe ser incorporada a las situaciones educativas de nuestros días. El otro lugar desde el que se alude a la globalización no es tan explícito, pero tiene que ver con el proceso de globalización del capital.

En sus consideraciones finales, Garnier agrega tres argumentaciones a la reforma. La primera tiene que ver con la deserción, y es de índole económica. Según su razonamiento un graduado, a causa de la deserción cuesta el doble. Pero los y las estudiantes que participan en actividades deportivas y culturales desertan menos; esto se explica por las redes de apoyo que desde estos grupos se tejen. Por eso para Garnier el fortalecimiento de las actividades culturales y deportivas puede considerarse una de las formas más efectivas de luchar contra la deserción. El segundo argumento en defensa del
programa, tiene que ver con la “alta tasa de fracaso académico”, lo que claramente genera frustración, y se apuesta entonces por generar mejores condiciones de convivencia. Este argumento se podría decir que es en realidad un agregado del primero.

Finalmente, Garnier esboza el tercer argumento, que es de índole económico, y por la línea argumentativa del Ministro funciona como el principal. Se había hecho mención a los dos posicionamientos de Garnier frente a la globalización; aquí también entran en el juego el del mercado y la competitividad. Esta tercera argumentación es la que deja más clara la intencionalidad, o más bien, la perspectiva mercantil en la que se inserta la propuesta de Ética, Estética y Ciudadanía. Es una realidad que los y las jóvenes deben insertarse en el mercado laboral. La cuestión es de qué forma y en qué condiciones, por cuál sector del mercado se apuesta con la formación que busca esta reforma. Todas estas preguntas tienen respuesta en esta tercera argumentación del Ministro. Garnier apuesta por la industria del entretenimiento y los servicios, veamos:

“Las industrias más dinámicas del mundo de hoy son, sin
duda, las industrias del entretenimiento,
que son – precisamente – industrias en las que el componente creativo,
estético, artístico, es particularmente elevado. Son industrias
en las que el arte y la alta tecnología se dan la mano para
generar los mejores empleos y las mayores rentabilidades.
Pero eso no es cierto solamente de las industrias del
entretenimiento; también ocurre en las industrias electrónicas,
donde el diseño estético y la funcionalidad del televisor, del
teléfono, del iPod o de la computadora se vuelve tan
importante como su diseño ingenieril. El sector servicios, que
se expande rápidamente en nuestros países, es otro ejemplo
de la importancia que tienen la sensibilidad y las destrezas o
competencias que da una buena educación ética, estética y
ciudadana: los hoteles, los hospitales, los bancos, el comercio,
todos dependen claramente del atractivo y el buen trato que
ofrecen a sus clientes y, por supuesto, a sus propios
funcionarios”

Esta es entonces la apuesta: formar para el mercado, para un sector del mercado, porque de acuerdo con Garnier los sectores tradicionales no tienen futuro en Latinoamérica frente a la competencia internacional. Puede ser que se trate de realismo, pero también puede tratarse de una resignación  frente a la lógica neoliberal de acumulación de capital. "Formamos para competir” en última instancia implica una estética subordinada al proyecto neoliberal de "libre competencia", y sigue siendo, según lo que Garnier denunció al inicio de su introducción, formación para el mercado, sólo que esta vez será por medio apreciación de las artes y y la competitividad dentro de la industria del entretenimiento.

Para finalizar, solo queda decir un par de cosas. La primera es que los diputados de los partidos conservadores (todos excepto el PAC, porque es el partido denunciado) hacen el ridículo denunciando "adoctrinamiento" e "ideologización" en los textos de educación cívica, y pone en la mesa la discusión sobre el carácter ideológico de la educación y cómo  ellos lo han hecho durante décadas. Y es que no ha habido partido más hábil utilizando la educación con fines ideológicos que el PLN. Lo segundo, que lo decía ayer, esta denuncia resulta como mínimo hipócrita, porque como hemos podido demostrar el programa Ética, Estética y Ciudadanía, tiene un fuerte componente ideológico, y este programa fue implementado en el gobierno de Óscar Arias Sánchez. Para el PLN hay ideología buena e ideología mala. Y la mala siempre es la de los otros.

Una pequeña cosa más, los centros educativos no son oasis de paz, son centros de disputa ideológica, como lo es la educación. La educación, y la forma en que educamos, tienen como fondo el cómo entendemos al ser humano, y esto tiene que ver con los valores que como sociedad queremos inculcar. Además, tiene que ver con cómo interpretamos debería ser la sociedad, por eso a La Nación le preocupa tanto que se eduque contra el "libre comercio".

La educación es, y será, siempre una de los campos de lucha ideológica, por que sí, aunque en la escuela nos hayan enseñado que no, la lucha de clases existe, por algo nos enseñaron que no.







* Se trata del Seminario de Graduación para optar por el grado de Licenciatura en Psicología de la Universidad de Costa Rica titulado Educación Cívica e ideología: La propuesta de Sujeto subyacente en los textos de Educación Cívica. Trabajo escrito en conjunto con Mario Céspedes y John Van Wik. Acá se reproduce parcialmente ese trabajo, hay modificaciones importantes al texto original.