“O se opta consciente y reflejamente, o la opción de nuestra vida se realiza sin que ni siquiera caigamos en la cuenta de ello. Pero en cualquier caso, nuestra vida y nuestra acción se inscriben en uno de los sectores contendientes. No hay marginados frente al conflicto social; hay sencillamente, contendores abiertos y contendores solapados, luchadores convencidos y tontos útiles. Demasiadas veces, y más por ingenuidad que por mala voluntad, los universitarios formamos parte de este último grupo. Todos estamos comprometidos: resta saber por quién”.
Ignacio Martín-Baró

miércoles, 2 de mayo de 2012

Primero de Mayo...

Primero de mayo. Este primero fue algo raro, creo que todos lo percibimos.

Como que las cosas están algo enrarecidas, algo está pasando, algo grave, como que de repente se empieza a sentir más la decadencia de este periodo neoliberal que se extiende más de lo debido, en medio de una crisis económica mundial que no ha golpeado del todo al país, y como que no logramos comprender aún la magnitud de esta decadencia. Es posible que me digan que sí, que es claro que hay un declive de esta clase política, lo que pasa es que eso no se traduce en acciones que acumulen más fuerza, no terminamos de simpatizar a toda esa gente que está indignada (que es la mayoría), explicaciones (y excusas) hay muchas, pero lo cierto es que la comprensión de este momento histórico se debe traducir en acciones claras. Eso no está pasando.

La marcha de ayer creo que es una muestra muy clara de esto que digo. Muchos pensamos que tal vez este primero de mayo mucha más gente saldría a la calle, razones hay muchas, de hecho sobran, ni siquiera hace falta enumerarlas. Pero mucha gente no se movilizó. ¿Porqué? Tal vez se deba en parte a que este primero de mayo es identificado como un día sindical, y como en este país ser sindicalista es casi peor que ser un cura pedófilo. El ataque a los sindicatos ha sido feroz, y por algo los sindicatos en el sector privado son casi inexistentes.Pero, decir que se debe sólo a eso, sería autocomplaciente.

Y la verdad es que los mismos sindicatos, más concretamente, la dirigencia sindical (yo sé que generalizo, y claro, existen las excepciones) tiene mucha responsabilidad. Por ejemplo, ayer había como tres o cuatro convocatorias distintas para la marcha, de hecho unos salieron de un lado, y la marcha se acabó en lugares distintos. No conozco los detalles de cómo semejante insensatez se produjo, pero tampoco quiero conocer los detalles, posiblemente me parezca aún más insensato, y hasta estúpido. Porque si los sindicatos no se pueden poner de acuerdo ni siquiera para la marcha del primero, estamos perdidos. Y claro la gente percibe esto, y esto se comenta en la calle. Ayer se hizo gala de incomprensión, de incapacidad para dialogar y llegar a acuerdos, precisamente lo que se le critica al gobierno. Pero también de que el movimiento sindical (¿y será acaso que también el movimiento social?) está lleno de caciques, la frase de "muchos caciques para tan pocos indios" aplica perfectamente a la realidad sindical,ayer se vio, ni siquiera son capaces de apagar la tumbacocos para escuchar lo que dice el otro. La dirigencia sindical está llena de intrigas, y salvo honrosas excepciones, el trabajo que se hace con las bases es nulo. Pareciera que los sindicatos le tuvieran miedo a la gente porque el "manual del sindicalista" dicta que las cosas se deben hacer como siempre se han hecho y porque el sujeto de la revolución es el trabajador, y punto.

Es patético el nivel de autismo político que muestra la dirigencia sindical, en momentos en los que, más que nunca, debieran estar volcados a construir tejido social y ganar simpatía entre la gente de a pie, y sin embargo siguen prevaleciendo los celos y las ganas de figurar, lo de ayer no tiene nombre. ¡Y así queremos cambiar el país!

Presencié los actos frente a la CCSS. No entiendo a quién carajos se le ocurrió la "brillante" idea de abrazar el edificio de la CCSS, porque lo único que generó fue la gente se fuera, pésima idea. Y luego don Mario Devandas leyó un discurso que pensé que nunca se iba a acabar, un discurso bueno, pero para otra ocasión, pero que no levantó, no emocionó. Un discurso único, pero tan largo que perfectamente hubieran podido hablar todos aquellos que se sintieron o fueron excluidos.

Como todos los años (siempre lo decimos) debería pensarse mejor este acto, que es de tanta importancia histórica como simbólica, para que haya más cabida a la diversidad, a que la gente manifieste su indignación contra el mal gobierno. Pero esto lo que implicaría es que se cambien muchas de las formas de trabajo, y claro habría que perder el miedo a hablar con la gente, habría que dejarse interpelar, es necesario adoptar formas creativas de comunicarse con la gente y de hacer las cosas, es decir, es necesario repensar esta forma de hacer política, sin perder la combatividad, sin perder el contenido de clase del discurso, sin dejar de denunciar, sin perder la identidad. Eso es complicado, pero es necesario.

Si no fuera porque la marcha de ayer fue colorida y muy diversa, podría haber dicho que fue un fracaso. Y a pesar de todo lo que he dicho, llegó bastante gente, aunque no toda la gente que realmente se siente indignada con el estado de las cosas.

Mucho por hacer, sin duda un gran reto para el movimiento sindical de este país.

Supongo que el apunte no caerá bien en los círculos sindicales, pero creo que es necesario decirlo, porque por lo visto no se han dado cuenta, si hablaran más con la gente tal vez ya lo habrían percibido.