“O se opta consciente y reflejamente, o la opción de nuestra vida se realiza sin que ni siquiera caigamos en la cuenta de ello. Pero en cualquier caso, nuestra vida y nuestra acción se inscriben en uno de los sectores contendientes. No hay marginados frente al conflicto social; hay sencillamente, contendores abiertos y contendores solapados, luchadores convencidos y tontos útiles. Demasiadas veces, y más por ingenuidad que por mala voluntad, los universitarios formamos parte de este último grupo. Todos estamos comprometidos: resta saber por quién”.
Ignacio Martín-Baró

jueves, 1 de diciembre de 2011

El polítólogo dormido

El politólogo se quedó dormido, seguramente en sus laureles luego de que una bola de aduladores lo calificó de genio, y un buen día al despertar se enteró que el país ya no era el mismo.

En su torre de marfil las cosas se ven diferentes, seguramente en esa, su torre, solamente leen el cavernario periódico en donde escribe su pésima columna semanal.

No se enteró, bien dormido estaba, que desde hace años el poder político-económico de los Arias manoseó el Poder Judicial y la Sala IV con una interpretación jaladísima del pelo permitió que el Premio Nobel se reeligiera aún cuando la Constitución Política sigue sin ser reformada. Por estar durmiendo no se dio cuenta que el TSE durante el proceso del referéndum fue más que permisivo con los promotores del tratado neoliberal, tampoco que la Asamblea Legislativa responde a su llamado, y hasta un perrito faldero tienen; la corrupción está tan enquistada que los mandos medios de casi todas las instituciones responden al llamado de los dueños del PLN. Pero el "bello durmiente" ni se enteró, sueño profundo.

Pareciera que el analista experto no se dio cuenta que nos gobiernan empresarios desde hace décadas, y que dicho sea de paso, han demostrado una gran incapacidad para gobernar y generar riqueza (para todos, porque para ellos sí), no se entera que estos mismos empresarios hacen de políticos y gobernantes y se turnan en el poder. No se entera, seguramente porque el periódico de Tibás no lo informa, es parte de la trama.

En profundo sueño, el experto politólogo, gran analista, no se enteró que desde hace 30 años se vienen aplicando políticas neoliberales, y que esas políticas y este capitalismo salvaje penetra nuestra cotidianidad, llegando, en última instancia, (a que el experto no lo sabe quién lo dijo) a determinar nuestras relaciones personales y moldeando nuestra subjetividad. En sus agradable sueño, el politólogo dormido, no se ha enterado que las consecuencias de este modelo es el ponernos a competir unos contra otros, es la ideología del individualismo, o como dijo Margaret Thatcher "la sociedad no existe sólo los individuos" (a que esto sí lo sabía). Este es el verdadero caldo de cultivo para el estallido social que apenas empieza a hacerse manifiesto.

Por eso no es de extrañar que al despertar el experto no sepa qué pasó, no se ha enterado que el modelo neoliberal, que hace aguas en todo el mundo, y que simplemente ya está afectando directamente a la gente. No lo entiende, sencillamente porque está al lado del poder, es uno de los expertos del status quo. Y cuando se escribe y analiza desde el status quo, las razones de la protesta, aunque se reconozca el malestar de la gente, en realidad responden a otras razones.

Para este politólogo soñoliento, no es el malestar, no. No es que medio aguinaldo se vaya en el marchamo de la moto, no. Tampoco que las condiciones de trabajo, y en general de los hospitales dan lástima, no. Menos aún que trabajadores bananeros sean explotados como si estuviéramos en el Siglo XIX, de éstos menos, el experto ni se enteró. Tampoco se trata de la indignación por el descaro de políticos y empresarios con el tema de Crucitas, no, no es eso. Hay algo de fondo, gravísimo.

Como ven, este experto no reconoce en este malestar en la "sociedad neoliberal" el derecho a protestar, a no estar de acuerdo con que lo claven a uno con impuestos mientras los ricos y poderosos salen completamente impunes del Pacquetazo fiscal. Las crisis de capitalistas siempre las pagamos nosotros, pero el politólogo ni siquiera lo considera, parece que no existe este derecho. Por cierto, la música nacional es de suficiente calidad y debería estar mucho más presente en las radios comerciales, y reclamar esto también es un derecho, para uno como oyente y también para los artistas. El experto analista ni esto concede, seguramente le parecen majaderías, ha de estar muy satisfecho con la programación radial.

El tema de fondo para el analista, es que no respetamos La Autoridad. Sí,  tenemos un problema frente a la autoridad, por suerte, el experto no ha leído Freud si no ya saben ustedes lo que diría. La conclusión de tan ilustrado analista es tan simplista, tan apegada al poder, que resultaría risible si no fuera porque en realidad es un llamado a La Autoridad, a poner orden, y todos sabemos lo que eso puede significar, y eso sí que es peligroso. No quisiera recordar los llamados al orden en el sur en aquellos años oscuros.

De seguro este analista experto, se siente y se declara todo un demócrata, pero curiosamente su llamado a La Autoridad lo hace en su columna de hoy, día en que celebramos la abolición del ejército. Humor negro se llama eso, y él que se cree tan chistoso en su columna.