“O se opta consciente y reflejamente, o la opción de nuestra vida se realiza sin que ni siquiera caigamos en la cuenta de ello. Pero en cualquier caso, nuestra vida y nuestra acción se inscriben en uno de los sectores contendientes. No hay marginados frente al conflicto social; hay sencillamente, contendores abiertos y contendores solapados, luchadores convencidos y tontos útiles. Demasiadas veces, y más por ingenuidad que por mala voluntad, los universitarios formamos parte de este último grupo. Todos estamos comprometidos: resta saber por quién”.
Ignacio Martín-Baró

domingo, 10 de febrero de 2013

Apuntes Aztecas. El Metro.

México DF.*

El Metro de la Ciudad de México sin duda alguna merece un apunte. Miles de miles de personas usan diariamente esta compleja red de trenes subterráneos, que en algunos tramos circula fuera de los túneles. Es impresionante el orden (y también el desorden) de esta red. Es muy sencillo viajar a casi cualquier lugar de la ciudad en cuestión de minutos, realmente práctico. Sin el Metro la Ciudad de México simplemente colapsaría... más. Porque la circulación por sus calles a horas pico es  imposible, las presas son impresionantes, así que lo más sensato es transportarse por abajo.


Aunque debo acotar, que en las horas pico en algunas de las diez líneas del Metro es toda una hazaña abordar el Metro. Pude ver en la estación de la Candelaria todos los vagones llenos, se bajaba un montón de gente, y subía todavía más gente. Las personas, dentro, iban pegadas unas con otras sin espacio para moverse, como sardinas enlatadas, pegadas a las puertas, pegadas unas a otras, pegadas a todo. Me pareció imposible subir, y de hecho no lo hicimos, eran las 7:15 de la mañana, regresábamos de Guanajuato, y optamos mejor por un taxi. El caso es que cuando yo pensaba que no era posible que en ese Metro subiera una persona más, un tipo con un traje azul se lanzó a las puertas del vagón, se tiró de frente como si se tirara contra una piedra y pretendiera romperla con su cabeza y su cuerpo. El tipo del trajo azul logró hacerse campo a fuerza, la gente se estrechaba más y más conforme el tipo del traje azul, a fuerza de empujones, se metía lentamente. Cuando sonó el aviso del cierre de las puertas el tipo del traje azul tenía medio cuerpo afuera, pensé que no lo iba a lograr, pero pujaba y pujaba (en realidad empujaba y empujaba), y se iba haciendo campo entre las "otras sardinas ya enlatadas", las puertas empezaron a cerrarse y para ese momento solo le quedaba la pierna izquierda fuera. La escena no pudo ser más chistosa, las puertas se cerraron y la pierna cubierta por ese traje azul desaparecieron justo en el momento en las dos puertas se cerraron. No logro (aún) entender cómo ese tipo del traje azul logró meterse en ese vagón.

Para que se den una idea de cómo es el Metro a hora pico les comparto este video, aunque la cosa se ve caótica a veces la gente se lo toma con humor, creo que muchas veces no queda de otra...






En otra ocasión, corrimos para que no se nos fuera un Metro, la compa con la que andaba dio un pequeño brinco para entrar, si yo hubiera dado el brinco al mismo tiempo nos hubiéramos caído generando una escena bien chistosa pero quien sabe si también un accidente. El asunto es que como ella brincó primero cuando yo me metí al vagón me quedé pegado, mi bulto se atascó con las puertas, y por supuesto me asusté. No sabía que iba a pasar, aunque claro era lógico que las puertas volverían a abrirse, y así me lo hicieron saber una par de "chavos" muertos de risa al verme en semejante situación. Efectivamente las puertas se abrieron y pude entrar por completo.

En el Metro huele a todo, en la mayoría de los casos a mierda. Pueden imaginarse lo que es viajar en medio de ese montón de gente, cada uno con sus olores, sumados a los olores de las cloacas y de los millones de millones de metros cúbicos de caca que circula en la otra red, la de aguas negras. Es imposible que a algunas horas el Metro huela bien, sólo imagínense lo que es el final del día, todas las personas que vienen del trabajo, de todo tipo de trabajos. Imaginen ese montón de gente, todo aquello se vuelve un horno, pero además sudores, pedos, y las cloacas. Una belleza. Aunque no todo el tiempo es así, la mayoría de las veces uno viaja cómodo y algunas veces hasta sentado.


Debajo de esta gran ciudad hay vida subterránea. Cientos de negocios esparcidos por todas las estaciones del Metro. Todas las estaciones son distintas. Todas tienen negocios distintos, aunque parecidos. Pero debajo se puede conseguir de todo: palomitas de maíz, helados, periódicos, revistas, tacos, hay tiendas naturistas. Hasta hay un pasaje desde Pino Suárez hasta el Zócalo con unas cuarenta librerías en las que hay ofertas permanentes. Por ejemplo, esos libros de la Editorial Crítica que en Nueva Década valen como si fueran escritas sobre páginas de oro, se consiguen a muy buen precio, por lo menos unos diez mil colones menos, y los que están en oferta hasta por veinte mil menos se pueden conseguir. Realmente hay ofertas y buenos precios, razonables, de esos que ni siquiera en la "Feria del Libro" uno puede ver. Debo confesar que me dio miedo pensarme trabajando todos los días bajo tierra en una ciudad construida sobre un enorme lago, y conociendo ya las fatales consecuencias de un terremoto, me dio claustrofobia el solo pensar no ver el sol, ni siquiera por la ventana en todo el día.

También en el Metro los vendedores ambulantes venden todo tipo de cosas. Es impresionante, cualquier cosa se puede conseguir. Es muy interesante ponerse a pensar qué cosa venderá el siguiente ambulante. Hay unos que se montan con un parlante a sus espaldas y venden colecciones musicales: boleros, música ranchera, música grupera, colecciones de le Beatles... de todo. Cuando la música es de esos clásicos, la gente va como cantando moviendo sus cabezas al ritmo de la música, es realmente chistoso. Otros venden películas, pasta de dientes, turrones, chicles, bolas como de plasticina que uno le puede dar la forma que quiera e incluso hasta hacer pedacitos pero que al juntarlos y hacerlos una sola pelota otra vez, pican cuando las tira uno al suelo. Hay otros que venden manuales de electricista, y hasta martillos se pueden conseguir. Dicen que hay unos tipos que tiran al suelo una manta llena de vidrios y uno de ellos se tira encima, obviamente termina todo cortado (a estos no los vi). Normalmente todo vale 10 pesos (unos 400 colones).

También se suben los tipos que venden algo y se echan una hablada religiosa, y dicen cosas muy raras, o llaman a la reflexión por el desprecio a quien se gana la vida honradamente. Alguna gente mueve su cabeza en señal de aprobación, a otra no le interesa, y algunos otros parecen a punto de levantarse a darle loas al Señor. Uno de estos tipos con discurso religioso paró cuando vio a los policías en el andén de la estación de Portales en el sur de la ciudad, y cuando el Metro volvió a moverse inició esta vez con un discurso político bien fuerte contra la policía, la corrupción del gobierno de México, y de cómo la política baila al son de los buenos negocios. La gente movía su cabeza en señal de aprobación, pero esta vez quien casi da loas al Señor fui yo... el tipo dijo un montón de cosas con tanta claridad que era digno de un aplauso, más que de una moneda de diez pesos.

En otras ocasiones en el Metro la gente va dormida, absolutamente dormida, y sin embargo cuando está cerca de su parada, se despierta como si nada y sale. Impresionante cómo el cuerpo se adapta a todo.

Cuando  alguien está cerca de su estación, pide campo y aunque el Metro vaya lleno, la gente da campo, todo el mundo hace maromas para que la persona que debe bajarse pueda hacerlo, es impresionante el nivel de cooperación que se encuentra uno en el Metro. Dicen que se trata de toda una campaña tratando de generar esta cultura. Eso me hizo recordar los tristes episodios en los buses de nuestro país y de cómo a la gente le vale madres el otro, aquí la gente se sube al bus y se queda donde le da la gana, nadie ayuda a nadie, y aunque haya campo más adentro se queda adelante obstaculizando el paso de los que entran, como si sólo ellos quisieran llegar a su casa. Pues bien, en el Metro de México me encontré con esta solidaridad, todo el mundo el es consciente de que si no coopera la cosa no funciona. Cuando uno va a bajar sale mientras la gente que sube se hace a un lado. Bueno en casi todos lados, en la estación de Pino Suárez a veces la cosa se pone difícil.

Esas cosas pasan en el Metro de la Ciudad de México, pasa de todo, absolutamente de todo. El Metro de la Ciudad de México es toda una experiencia, voy a extrañarlo. Por cierto que esa canción de Café Tacuba que está en el Re, cobra mucho sentido...



Ahora, lo del Metro de la Ciudad de México me hace pensar y preguntarme cómo es posible que una ciudad tan grande (en realidad enorme) como México pueda tener un sistema de transporte público que funcione, que sea ágil y efectivo, aún con todos sus problemas, y que el transporte público de un país minúsculo como Costa Rica con menos de un diez por ciento de la población de esa ciudad, sea un verdadero desastre. Cómo es que eso es posible, siendo el Estado Mexicano uno de los más corruptos, cómo es posible que las cosas funcionen, esas preguntas surgen y lo escupen a uno en la cara cuando ve el Metro de esta Ciudad. Me parece que uno de los problemas graves que tenemos es que el transporte público está concesionado a empresas privadas. Todo el sistema de transporte público, que es está estratégico, esta fragmentado, lo que hace que un reordenamiento de las rutas sea imposible, la red de intereses que se mueve en el fondo es tan enredada que reorganizarla es imposible. Es imperdonable que uno tenga que ir a San José para trasladarse a otro lado de la GAM. Es un absurdo que sólo la Periférica tenga este sistema de tarjetas, eso debería funcionar para todos los buses, y si estuvieran unidos bajo una red de transporte público controlada por el Estado funcionaría bien. Dirán que el Estado no lo haría eficiente, pero en otros lados funciona, de hecho en las grandes ciudades en las que he estado funciona, y bien. Alguien objetará que aquí hay demasiada corrupción, y yo responderé: ¿más que en México o Colombia? No lo creo, y por supuesto además tendríamos que dejar de votar por estos corruptos e inútiles que nos gobiernan.

Nuestros políticos son inútiles, mezquinos, faltos de visión, pero sobre todo títeres, esclavos del dinero, mientras sigamos así no tendremos una red de transporte público decente y barata. No digo que lo de México sea el modelo, de hecho hay muchos problemas, pero si una ciudad de esas magnitudes puede organizar el sistema de transporte público, es una vergüenza que el transporte público de este huevito de país sea el desastre que es.

Me extendí, demasiado, dejo hasta acá este apunte, ya vendrán otros, sobre seguridad, Guanajuato, Tehotihuacán, los museos... en fin mucho que contar de este país maravilloso país infinito que es México.



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* Aunque este apunte lo publico ya cundo regresé a Costa Rica fue hecho en el DF. Éste y todos los apuntes de esta serie. El tiempo, el trajín y el acceso a internet, no permitieron que los colgara en su debido momento, aún así espero que los disfruten.