“O se opta consciente y reflejamente, o la opción de nuestra vida se realiza sin que ni siquiera caigamos en la cuenta de ello. Pero en cualquier caso, nuestra vida y nuestra acción se inscriben en uno de los sectores contendientes. No hay marginados frente al conflicto social; hay sencillamente, contendores abiertos y contendores solapados, luchadores convencidos y tontos útiles. Demasiadas veces, y más por ingenuidad que por mala voluntad, los universitarios formamos parte de este último grupo. Todos estamos comprometidos: resta saber por quién”.
Ignacio Martín-Baró

lunes, 17 de octubre de 2011

Salario Mínimo

Costa Rica es, por muchísimo, el país más caro de Centroamérica, y sin exagerar, aseguro que se disputa ser uno de los más caros de toda Latinoamérica. Todos los extranjeros que he conocido en este  país unánimemente lo dicen , pero además, cuando uno sale de aquí se entera de que realmente es así. Este país, el más feliz del mundo (según no sé quién y la publicidad de esa empresa de telefonía española), es un país en el que la estafa es legal, legítima y aceptada como natural, vivimos en el país de la estafa permanente.

Hace unos días un periódico nada sospechoso de izquierdismo, puso como principal titular lo que siempre ha sido un secreto a voces, que un montón, para decirlo como lo diría cualquiera: un pichazal, de trabajadores y trabajadoras ganan menos del salario mínimo. El diario de Tibás señala que son 300.000, y como en la La Nación no saben contar sospecho podrían ser más, pero independientemente de si son más o menos, igual son muchísimos en un país de 4 millones y medio.

Para empezar el titular debería más bien decir, que a 300.000 costarricenses sus patronos LES PAGAN menos del salario mínimo. Si bien es cierto, que efectivamente están ganado menos de lo establecido por LEY como mínimo, la realidad es que quienes no pagan ni cumplen la ley son los patronos, es decir, no es un acto natural, hay una clara intención de no pagar, de violar la ley para generar más plusvalía. Nada nuevo dicho sea de paso. El Ministerio de Trabajo ha lanzado una campaña para que los empresarios se "concienticen" y sean leales entre sí, Sandra Piszk, presurosa les explica que no se trata de una "cacería de brujas", si no que se trata de cumplir con un deber constitucional.

En ningún lado he leído a la Ministra de Trabajo exhortando, como debería hacerlo, a los patronos a que respeten el derecho (¿un derecho ganar el mínimo?) de trabajadores y trabajadoras de ganar aunque sea el mínimo. El Ministerio de Trabajo, a pesar de la campaña (¡y vaya!, que ya sería demasiado que ni eso hiciera, digo es el deber de ese Ministerio) no hace mucho para que se cumplan las leyes laborales de este país. Esos 300.000 que no ganan ni el salario mínimo, también están desprotegidos al no poder organizarse, en Costa Rica (el país más feliz del mundo, el país de la paz, amante de la institucionalidad) está prohibido el derecho constitucional a sindicalizarse. Y claro, si ni siquiera pagan el mínimo en el sector privado menos aún dejarán que trabajadores se organicen para reclamar sus derechos.

Mientras, los empresarios, que sí están organizados en Cámaras, a través de la UCCAEP, se limita a decir que no hay políticas públicas claras para formalizar el comercio, imagínense si no hubiera ley. O sea, los empresarios no pagan el salario mínimo, establecido así mediante ley, y es culpa del Estado, no de los que violan la ley. Bonita cosa, la culpa es siempre del Estado, no de los carebarros.

Entonces, muy bonito el cuadro, empresarios que no quieren pagar impuestos (los vemos siempre llorando y haciendo presión contra cualquier política fiscal progresiva) y que no pagan el salario mínimo, un país donde vivir es carísimo (y se pondrá peor) y 300.000 que ganan el salario mínimo. Hay que se muy miserable para ni siquiera pagar el salario mínimo, ¡no hay excusas!

 Lo que ocurre es que éstos empresarios son demócratas de la billetera para afuera. Razones hay para estar indignado.


 Podríamos sugerir esto para los empresarios miserables... para que se enteren.