“O se opta consciente y reflejamente, o la opción de nuestra vida se realiza sin que ni siquiera caigamos en la cuenta de ello. Pero en cualquier caso, nuestra vida y nuestra acción se inscriben en uno de los sectores contendientes. No hay marginados frente al conflicto social; hay sencillamente, contendores abiertos y contendores solapados, luchadores convencidos y tontos útiles. Demasiadas veces, y más por ingenuidad que por mala voluntad, los universitarios formamos parte de este último grupo. Todos estamos comprometidos: resta saber por quién”.
Ignacio Martín-Baró

miércoles, 28 de agosto de 2013

Apunte Mendocino... (y medio Andino)

Mendoza, Argentina.

Me levanto hoy temprano, con el susto de quedarme dormido y perder el bus hacia Mendoza. En hora tica, que es la que ando en la cabeza, me levanté a las 4 de la mañana. Salgo con tiempo y tomo un taxi. No sé si mencioné que el tipo de cambio es exactamente igual al de Costa Rica. Bien, tomo un taxi y le digo al señor que me lleve a la estación y le doy las señas que tengo que son casi nulas. El roco me empieza a hablar y no le entiendo ni media palabra de lo que me dice. Me decía algo del "tobú", y yo le hacía cara de me está usté hablando en chino. Y así durante varios minutos, no entendí ni media palabra, hasta que me llevó a la estación... que no era!! El viejo pelotudo no sólo me habló como en chino sino que además se equivocó. Tomé otro taxi, y el tipo también me hablaba en chino, muy rápido y con todo tipo de regionalismos. El caso es que este taxista sí me llevó a la estación correcta.

Ya en la estación me di cuenta que me estafaron con el tiquete, porque originalmente me iba en un bus de esos muy cómodos... pero como que no se llenó, y nos mandaron en una micro. NO había a quien reclamarle. Y bueno, una por otra, llegué dos horas antes de lo previsto, y el viaje fue en realidad cómodo, espectacular y un "pequeño industrial" de Córdoba me armó la conversa y me ubicó con el tipo de cambio, me dio algunos consejos y entablamos una larga conversación.

El camino por Los Andes es realmente espectacular, nunca había visto algo así, uno se siente pequeñísimo en medio de las enormes montañas blancas. Un tramo es llamado Caracol, son una serie de curvas cerradas para subir, y es linda la vista. Todo el camino es hermoso. Hubiera querido tomar más fotos y mejores, pero creo que será a la vuelta. Les dejo las fotos que logré tomar, hablan mejor de lo que podría contar yo.








Y a la salida del Túnel... Argentina... 





Llegando a Mendoza, tomo un taxi para llegar, y el taxista me pregunta que vengo a hacer a Mendoza, le digo que vengo a un congreso de economía, el tipo me mira con cara de vos no tenés pinta de economista y me pregunta si soy contador, le digo que no, que soy psicólogo, y entonces me dice que le han dicho que necesita un psicólogo... eso pasa en todo lado, y me cuenta que tiene un cáncer de próstata y lo que le alcanza de contar en el trayecto corto. Muy duro. Y vuelvo a pensar en la necesidad universal que tiene la gente de ser escuchada.

Ya instalado en el aparta de Betty, y tras una conversación super interesante con ella y su amiga Vicky, con un mate y el café que traje, finalizo este apunte para repasar mi presentación y quedar listo para el inicio de las Jornadas de Economía Crítica. Viene gente de toda Argentina, de Chile, Brasil, y otros países... la delegación tica la componemos 5 carajos, yo el único no economista. Este evento promete el programa esta tremendamente interesante. Al rato les cuento más. Salú.


Pd. Me corrije Daniel Cerdas, y dice enfáticamente que él tampoco es economista... bien, pos entonces la delegación tica es multidisciplinaria...

Apunte desde el fin del mundo...

Santiago de Chile.

Debo confesar que a veces parezco un niño, todo me asombra. Realmente me parece impresionante la organización social, aún la capitalista, porque muestra la capacidad que tenemos para crear y para destruirnos.


Esto viene a cuenta porque veo por la ventanilla del avión y puedo mirar ese bello paisaje, mar y tierra, sobrevolando Panamá, luego veo la hermosa Cordillera de Los Andes, sencillamente espectacular. Llegando a Panamá City, atravesamos un nube y parecía que era algodón. También me pareció que a la nube no le gustó mucho que la atravesáramos, porque el avión se movió, como cuando uno maneja por las calles de San José, más o menos esa fue la sensación.

Pero mientras voy en el avión pienso que hace apenas cien años un ser humano no habría tenido la oportunidad de ver lo que he visto desde el aire, hoy y en otros viajes que he hecho. Y miro para abajo, y se ven los barcos, y parecen más los barquitos que flotaban en la pila de la casa de mi abuela hace treinta años. Y me asombro de nuevo. A lo lejos un barco, debe ser mediano, va muy rápido, detrás otro, debe ser policía, debe ser una persecución. Y pienso que todo me asombra.


Foto desde la ventanilla del avión, atardecer sobre la Cordillera de Los Andes, sencillamente espectacular.


Ya en el aeropuerto de Panamá, me vuelvo a asombrar, gente de todo el mundo, acentos de todo tipo, gente de todo tipo. Pero también me cabreo con la hipocresía de la seguridad. No se pueden llevar botellas y otros objetos que podrían se considerados armas durante el vuelo, y bueno se puede, si se compra en "dutty free". Lo de la seguridad es cuento. Aprovechando la población "cautiva" en el aeropuerto se induce a la gente a consumir. No estoy descubriendo el agua tibia, es sólo que me da algo de cólera, podría haber algunas otras cosas. Pero bueno, los aeropuertos son lugares complejos, miles de viajeros diarios de todos los lugares que uno se pueda imaginar. Todo tipo de cosas deben pasar.

Siempre hay imágenes de despedidas, algunas absolutamente tristes, separaciones, otras llenas de alegría e ilusión. Pero es un sitio lleno de emociones, extremas además.

Una vez a borde del avión hacia Santiago, y no sé cómo llamarlo, tal vez odio de clase... veo a la gente de clase preferencial... Ahí tan acomodada, con sus privilegios, producto de su dinero y lo más seguro producto del trabajo de otros, y me entra una cierta rabia, con sus caras de burguesitos insufribles, viendo pasar a la plebe con cara de asco, tanto asco como a mí meda verlos. En fin.

Cuento todo esto, porque en realidad estoy divagando para no decir que me da miedo volar en avión, no es pánico, simplemente me pone nervioso, y aunque es seguro, me da miedo. No se trata del típico miedo a al muerte, sino del no querer morir de esa forma tan sin gracia, en un accidente aéreo. Hay otras formas de morir más "estéticas". Pero la vara es que no me morí, y el viaje fue muy tranquilo, por fortuna. 


Ya una vez en Santiago noto algo, que es una mera percepción, la gente no saluda, todo es muy impersonal. La gente nos e despide, casi que me siento un bicho raro saludando a la gente. Suelo quejarme de lo impersonal que es la gente en Costa Rica, pero aquí es en serio. Las cosas son igual de caras que en Costa Rica, y hasta el tipo de cambio es el mismo. Lo poco que he podido ver de Santiago (y de noche) me ha gustado, una gran ciudad. 


Pero además de llegar sano y salvo (jejeje) y ser recibido por Paty en su casa (y de Cata que no está), fue que llamé a Paloma, luego de casi 20 años de no vernos, y no conversar, sólo a través de feisbuc. Y resultó estar a unas 7 cuadras de donde yo estaba buscando un sitio para comer. Y claro que nos vimos, y nos dimos un abrazo como aquel del 94 en el campamento del cole. Lindo encontrarse con gente después de tanto tiempo y poder conversar de lo que ha sido la vida en todos estos años, de enterarnos de cosas luego de todo este tiempo. Bonito encuentro. Buena forma de comenzar el viaje. Me sentí feliz de estar acá y poder conversar con Paloma, mucho cariño guardado durante tanto tiempo. Lindo, lindo.


Mañana salgo a Mendoza a las VI Jornadas de Economía Crítica, atravesaré los Andes por tierra, el viaje me han dicho es espectacular, prometo fotos y espero poder transmitir sensaciones. Lo dejo por acá, que estoy agotado, salí desde las 5 am de mi casa, y el viaje empieza mañana temprano. Salú... desde el Fin del Mundo...



Vista desde piso 11 del edificio en el que estoy en al Comuna Providencia en Santiago