“O se opta consciente y reflejamente, o la opción de nuestra vida se realiza sin que ni siquiera caigamos en la cuenta de ello. Pero en cualquier caso, nuestra vida y nuestra acción se inscriben en uno de los sectores contendientes. No hay marginados frente al conflicto social; hay sencillamente, contendores abiertos y contendores solapados, luchadores convencidos y tontos útiles. Demasiadas veces, y más por ingenuidad que por mala voluntad, los universitarios formamos parte de este último grupo. Todos estamos comprometidos: resta saber por quién”.
Ignacio Martín-Baró

jueves, 20 de octubre de 2022

Del Doctor Monroe al diputado Jiménez

En el cuarto capítulo de la primera temporada de Los Simpson, hay una fiesta de empresa en la propiedad del Sr. Burns, para la familia que exprese más amor y respeto entre sí hay un premio, Los Simpson pasan de largo porque son básicamente un desastre (recordemos que son una parodia a la familia tradicional norteamericana). Homero recurre entonces, guiado por un comercial de televisión, al Centro de Terapia Familiar del doctor Marvin Monroe. Pronto el doctor descubre que la terapia familiar tradicional no sirve, y recurre a métodos menos ortodoxos, por ejemplo, descarga de la ira a través posibilidad de golpearse unos a otros con palos con forro (la familia al cabo de tres golpes descubre que es un placebo) o la "terapia electroconvulsiva", y lo que termina ocurriendo es que empiezan a electrocutarse entre sí generando apagones en todo Springfield. El doctor Monroe los echa y les devuelve el dinero,  lo que termina generando, ahora sí, el efecto de unión familiar, un logro compartido.


"Si en Los Simpson funcionó, de seguro ha de funcionar en la vida real". Esto es seguramente lo que pensó el diputado Gilberth Jiménez del PLN, y entusiasta (como suelen ser los tontos) ha enviado a la flamante ministra de educación una propuesta para, según él, reducir la violencia en los centros educativos. La propuesta es sencilla (como él) y se trata de, nada más y nada menos, instalar rings de boxeo para que estudiantes se golpeen reglamentariamente y descarguen el estrés. Sí, parece un capítulo de Los Simpson, pero no, es el ex-alcalde de Desamparados en plena acción. Pero la tele no es la vida real. 

No sabemos si la propuesta se fundamenta en estudios científicos (lo dudo) porque es posible como señaló una querida amiga que la cosa pueda tratarse más bien de un intento de crear un negocio para cierta cadena de gimnasios cuya propiedad recae en el hijo de un cuestionado exdiputado liberacionista de la zona sur. Y aunque esto son meras suposiciones, no nos extrañaría proviniendo del PLN.

El caso es que la ocurrencia del diputado no considera una serie de aspectos que son importantes en una propuesta seria, por ejemplo se reqeriría de un presupuesto y de planificación, todo el equipo para entrenar y, por supuesto, entrenadores. Sí, engrosar la planilla estatal, a menos que el diputado piense en el pago a destajo, no lo sabemos. Y esto claramente no está considerado en la propuesta, porque el asunto es tirarle la bola a un gobierno que no está por la labor, porque lo suyo es el recorte, es la destrucción de lo público. Todo el escenario es patético, estamos haciendo todo lo contrario de lo que deberíamos hacer: destruyendo, en nombre del mercado, los lazos comunitarios; le estamos negando el futuro a nuestra niñez; estamos creando el caldo de cultivo para que el narco y el crimen organizado se alimenten de la desesperación de la gente; estamos generando una sociedad cada vez más desigual y más injusta. Esa es la receta del exfuncionario acosador del Banco Mundial, es neoliberalismo puro y duro. Pero al señor diputado, sencillito como es, lo que se le ocurre es legalizar los golpes. Habrá quienes piensen que esta propuesta de Jiménez es una estupidez, y tienen todo el derecho a pensarlo, es una estupidez.