“O se opta consciente y reflejamente, o la opción de nuestra vida se realiza sin que ni siquiera caigamos en la cuenta de ello. Pero en cualquier caso, nuestra vida y nuestra acción se inscriben en uno de los sectores contendientes. No hay marginados frente al conflicto social; hay sencillamente, contendores abiertos y contendores solapados, luchadores convencidos y tontos útiles. Demasiadas veces, y más por ingenuidad que por mala voluntad, los universitarios formamos parte de este último grupo. Todos estamos comprometidos: resta saber por quién”.
Ignacio Martín-Baró

sábado, 17 de noviembre de 2012

"Libertad de tránsito"; la discusión es política no legal

El gobierno dice, los medios reproducen, algunos aplauden como focas. Aunque claro, no es tan sencillo eso de que el gobierno dice, porque en realidad por ratos, el gobierno y los medios parecen una sola cosa, total este gobierno es de empresarios, y empresas son estos "medios de comunicación". Y frente a las deformaciones ideológicas están quienes repiten sin pensar las afirmaciones que criminalizan la protesta a la vez que niegan sus propios derechos.

Las últimas semanas nos dejan una gran cantidad de afirmaciones que bien analizadas, resultan ideología pura. Lo complicado es cómo este país ha asumido un discurso derechizado, y sin apenas contenido, las discusiones se suelen dar desde los estereotipos cuando no desde el desconocimiento más absoluto. Y esto es lógico si pensamos en el dominio que se ejerce desde el sistema educativo, las iglesias, los medios de comunicación, y por supuesto la familia.

Por ejemplo, resulta, como mínimo, chistosa la defensa a ultranza de la "libertad de tránsito". Esta discusión de la libertad de tránsito no es legal, es política, por lo tanto ideológica. La ley puede decir que es un delito bloquear una calle. La ley puede decir lo que sea. Pero en cualquier Escuela de Derecho decente, se sabe que el origen de la ley tiene un contenido político, las leyes no son hechas con "objetividad", tienen una intencionalidad social y política (y además económica), solo basta preguntarse quiénes hacen las leyes y a quiénes representan. Por tanto una ley que reprima con cárcel una expresión popular también la tiene, y la intención es que la gente no proteste, o lo haga "bonito". O como pareció sugerir la presidente (con minúscula, y en masculino, se comporta como macho), manifestaciones con horario y ojalá por la acera (¿se imaginan a los 20.000 que se manifestaron el 15 de noviembre por la acera? jajaja).

La discusión legal sobre la "libertad de tránsito" es una falsa discusión. La discusión de fondo es porqué esa gente protesta y porqué lo hace cerrando una vía. La protesta es cerrando vías porque no queda de otra, las "instituciones democráticas" no les han escuchado, no les han resuelto sus justas demandas. El caso de la manifestación del 8 de noviembre es ejemplar. Comunidades, y personal médico, juntos, de la mano, protestando. El personal de salud por condiciones dignas para hacer bien su trabajo; las comunidades por su derecho a la salud, las dos caras del mismo derecho. Las autoridades de las CCSS simplemente han ignorado sus demandas, durante meses. Y ahora tienen el descaro de anunciar que en otras comunidades se reducirá la cantidad de centros, la situación es grave. Entonces, ¿qué le queda a la gente? ¿mandar más cartas? Pues no, tirarse a la calle, presionar políticamente. La protesta es una forma de manifestación política. Es un acto político. Ese acto político, un recurso ante el autismo de las autoridades, y como acto político, es absolutamente legítimo. La presión política de las comunidades y de grupos organizados se da dentro de la institucionalidad, y cuando esa institucionalidad no responde, se traslada a otro campo, y para que surta algún efecto hay que tomar medidas que se vuelva la mirada pública sobre eso que se reclama y que las instituciones no resuelven. Así que aunque a algunos no les guste es absolutamente legítima esa medida de presión política.

Que algunos se traguen el cuento de que la "libertad de tránsito" está por encima de todo, es un claro ejemplo de como esa ideología neoliberal, de como los valores del capitalismo salvaje, han calado en nuestra población. Son la muestra del individualismo más vulgar, porque es no reconocer el derecho a la salud, en el caso concreto de la protesta del 8 de noviembre, pero aplicaría para cualquier otra protesta. Es como si la gente se tirara a la calle porque sí, porque es divertido "joder" a los otros. Pero quienes defienden su "libertad de tránsito", defienden una abstracta libertad, porque en realidad nada les impide transitar por las rutas alternas, que por cierto las autoridades deberían facilitar. Cosa que no hicieron el 8 de noviembre. Como ya dije en otro apunte, fue la policía la que ocasionó el caos en el centro de San José, por puro matonismo. Porque además, no se trataba de un bloqueo, sino de una manifestación. No es lo mismo.

Así que, si cerrar o no una calle para protestar por un derecho es un asunto legal, es completamente secundario, lo de fondo es por qué el Estado no cumple con sus obligaciones, por qué el gobierno no cumple con su responsabilidad. Esa es la cuestión de fondo.

La gente tiene derecho a protestar, a reclamar sus derechos, y utilizará los medios que estime sean útiles para que las autoridades atiendan sus demandas. Claro que no todo es legítimo, pero eso no lo marca la autoridad, ni mi moral ni la moral del que defiende su "libertad de tránsito". Así que aunque pueda incomodar es un recurso válido, no el único. La legitimidad de las acciones la marcan la justicia de sus demandas, la forma en que se logre posicionar y comunicar esa demanda, y sobre todo el momento político. Porque hay bloqueos que no tienen ningún sentido, como el de hoy en la Rotonda de la Hispanidad y luego fuera de la Facultad de Derecho, no sumó nada.


Pero ¿por qué le importa tanto al poder la "libertad de tránsito"? No porque le interese que lleguemos temprano a nuestras casas, sino porque lleguemos temprano al trabajo, porque en una calle cerrada la mercancía no circula, los trabajadores no producen. Al gobierno, a los empresarios, les importa un carajo toda esa gente que defiende la "libertad de tránsito" como si se tratara de un derecho otorgado por dios, les instrumentaliza. A los empresarios, al gobierno, sólo le importa que las mercancías lleguen a su destino a tiempo para ser vendidas, para cumplir con el ciclo de reproducción del capital. De eso se trata, de los objetos, no de la gente. Por eso el cierre de vías es una medida de presión tan efectiva porque interrumpe de alguna forma el ciclo económico. O sea, le toca la billetera a los "demócratas", y como ya sabemos, éstos que nos gobiernan son demócratas de la billetera para afuera. A los empresarios no hay que tocarles los huevos, hay que tocarles la billetera, y verán como entran en furia rabiosa.

De ahí que sea delito tapar una calle, porque les toca la billetera, esa es su legalidad. Y ya ven, su legalidad tiene un trasfondo económico. Lo económico se traduce en ley, y luego, cuando los medios cierran filas en defensa del sistema, en discurso político que al final de cuentas es ideológico. Esa es la tarea del gobierno, asegurar que no se interrumpa este ciclo. La tarea encomendada a este gobierno es que por nada se interrumpan los buenos negocios, ni siquiera por el derecho a la salud.

Así mientras tanto, el montón de alienados defienden su abstracta "libertad de tránsito", no se enteran que en realidad están defendiendo un sistema que destruye sus derechos; se quieren trasladar aunque su salud no valga nada porque está por encima el lucro farmacéutico y hospitalario; aunque las calles den lástima; aunque paguen el doble en el marchamo para que se roben el dinero los empresarios-políticos de la trocha, los que hacen clavos de oro con los puentes "baileys"; aunque vivamos con miedo y el narco se entronice en la policía; aunque el país se esté cayendo a pedazos; aunque el PLN destruya la separación de poderes y cada vez estemos mas cerca del Estado autoritario.

Y claro que es incómodo estar pegado en una presa, pero lo es más no tener con qué pagar las medicinas, porque eso no es incómodo sino más bien acongojante, frustrante. Eso sí es un delito. Y los que deberían ir presos son los que han quebrado a la CCSS. Pero a los que defienden la "libertad de tránsito" no les importa, sólo están ellos, esa es la ideología neoliberal, lo individual por encima de lo colectivo.

Lo más gracioso de todo esto, es que muchos de los que aplauden como focas al discurso del poder, esos que defienden su "libertad de tránsito" y les pareció una barbaridad que el 8 de noviembre la Avenida Segunda estuviera cerrada casi ocho horas por culpa de la policía, ni siquiera pasan por San José. El individualismo normalmente viene acompañado de hipocresía.