“O se opta consciente y reflejamente, o la opción de nuestra vida se realiza sin que ni siquiera caigamos en la cuenta de ello. Pero en cualquier caso, nuestra vida y nuestra acción se inscriben en uno de los sectores contendientes. No hay marginados frente al conflicto social; hay sencillamente, contendores abiertos y contendores solapados, luchadores convencidos y tontos útiles. Demasiadas veces, y más por ingenuidad que por mala voluntad, los universitarios formamos parte de este último grupo. Todos estamos comprometidos: resta saber por quién”.
Ignacio Martín-Baró

miércoles, 22 de marzo de 2023

Felicidad, pobreza, bullying, seguridad en la discursividad neoliberal

Hace un par de días reicibi en mi correo un anuncio de una libreria del "día internacional de la felicidad". En el correo se promocionaban varios libros relativos a la felicidad, por supuesto todos de la sección de "autoayuda" como por ejemplo: "Ser feliz es decisión tuya", "Trabaja tu felicidad", y un par más de libros con títulos fancamente patéticos. Obviamente, no se mencionan títulos como "La industria de la felicidad" de William Davies, "Happycracia: Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas" de Edgar Cabanas y Eva Illouz, o "La promesa de la felicidad: una crítica cultural al imperativo de la alegría, de Sara Ahmed. Porque obvio, quién querría arruinar el "Día Internacional de la Felicidad" poniendo sobre el tapete que es este imperativo social, es una ilusión, un mandato que nos responsabiliza de manera individual y que nos hace sufrir en busca de un ideal. 

Lo comenté en la clase del lunes, la publicidad y esos libros patéticos de autoayuda, irremediablemente me hicieron pensar en aquella película lacrimógena que protagonizó Will Smith, The Pursuit of Happynes (En busca de la felicidad, 2006). No voy a contar de qué trata, pero básicamente la película se resume en "sí uno quiere, puede", y de ahí al "..el pobre es pobre, porque quiere..." el salto es automático. Solo hay que esforzarse un poquito... y con suerte, mucha suerte, se puede salir de pobre a punta de voluntad, persitencia y mente positiva. Cualquiera puede... claro, no todos, porque si no, no habría pobres. Pero el mensaje es inequívoco, uno llora cuando el personaje lo logra tras muchas fracasos, habría que ser muy insensible como para no identificarse con Chris Gadner y no terminar llorando a moco tendido. Ideología en estado puro.


Seguramente algo así tenía en mente la ministra de educación cuando sugirió que "un niño, una niña, un joven con buena autoestima no se deja afectar por el bullying". O traducido al buen neoliberal, si alguien es víctima de acoso o violencia escolar y esto le afecta, es porque tiene una baja autoestima. Es, básicamente responsabilidad de quien sufre la agresión, el culpable es la víctima. Una versión cínica del "pobre es pobre porque quiere". Una versión brutal, descarnada. Digna de la manada de pachucos trumpistas que nos gobierna. Y es que siguiendo esta lógica ministerial el problema de la violencia escolar se podría resolver en buena medida promoviendo una "buena autoestima". Tal vez los libros de autoayuda que vende la librería que me mandó esa publicidad ayuden. ¡Cómo no se nos ocurrió antes! Tantos años de estudio e investigaciones sobre el acoso y la violencia escolar, y la clave era la "buena autoestima" (¡!). Perdidos andan en las universidades públicas, con metodologías científicas y estudios profundos, será que por eso hay que desfinanciarlas, y mejor darle el dinero a alguna universidad de una prima y que los estudios se hagan conforme dicta el mercado, y así todos felices y con "buena autoestima". 



Y cuando ya pensábamos que se trataba de una declaración culpabilizadora aislada, apareció el ministro de seguridad (sí, ese mismo que admira a Bukele y aboga por las salidas represivas). El ministro dijo: "Si al barrio llega alguien y se pone a vender, por qué no ir a tocarle la puerta y decirle "aquí en este barrio no se vende". ¿Porque lo van a matar? No, no va a pasar eso, nunca". Y claro, "... lo que pasa es que somos una sociedad domesticada...", la culpa es de la gente por no echar al narco local. Yo sugiero que si alguien se atreve a tocar la puerta y decirle "váyase, aquí no se vende", también agregue "... en el nombre de Jesús te reprendo, y te expulso", eso podría darle mayor efectividad. Pero ya en serio, el ministro nos da este consejo en el momento en que tenemos una guerra por el control de los territorios que nos deja la tasa de asesinatos más alta de la historia de nuestro país. Nadie en su sano juicio haría semejante estupidez, bueno, parece que el ministro sí, y relata su encuentro con un narco colombiano que disparaba, y según el ministro, le peguntó porqué disparaba, tras el diálogo (suponemos en términos cordiales a pesar de los disparos) el narco se fue (o también porque se dio cuenta que hablaba con un policía). Este relato, digno de cualquier libro barato de autoayuda, es inverosímil, es muy probable que nunca haya ocurrido, y que el ministro además de facho sea mentiroso (como la mayoría del gabinete presidencial). 

Pero esto de "hay narcos en las comunidades porque somos domesticados y no los echamos" es otra versión del "pobre es pobre porque quiere", pone el foco en la responsabilidad individual obviando todas las condiciones sociales, económias y políticas que han hecho que el narco se haya salido de control. 


La lógica que articula esta discursividad es la responsabilidad individual, y el problema es que tras años de prédica, se está convirtiendo en sentido común. Este es el núcleo del discurso neoliberal, no hay sociedad detrás, se trata de individuos que solitos y a punta de voluntad pueden cambiar las cosas, aquí no hay sociedad (a lo Margareth Tatcher: "la sociedad no existe, solo el individuo"), por lo tanto, no hay responsabilidad estatal y menos colectiva. Estos discursos, lo que ocultan es que es el modelo neoliberal, ese capitalismo salvaje, hace aguas por todo lado, que la promesa de la felicidad es una ilusión, y que lo único real es que la desigualdad crece y crece, y que eso sí que genera violencia, que no es suficiente con esforzarse para conseguir la felicidad, tener una buena autoestima o tocarle la puerta al narco del barrio. Pero no, lo que hace falta es una verdadera estrategia nacional, un plan país. Pero este gobierno va por la profundización del neoliberalismo, por los buenos negocios. No habrá política de seguridad, y eso lo que pasa cuando ponen  a un tombo al frente de ese ministerio. No habrá tampoco ruta de la educación porque eso es lo que sucede cuando se pone al frente del ministerio de educación a una persona clasista que piensa la educación en función de las empresas y es prima de la dueña de una universidad privada que estuvo ligada al movimiento libertario y que ha abogado por tener parte del FEES para su negocio. Eso es lo que pasa cuando se elige a un funcionario del Banco Mundial acomplejado y machista. Eso es lo que pasa cuando quienes gobiernan hacen declaraciones como si estuviean usando twitter, son unos irresponsables.