“O se opta consciente y reflejamente, o la opción de nuestra vida se realiza sin que ni siquiera caigamos en la cuenta de ello. Pero en cualquier caso, nuestra vida y nuestra acción se inscriben en uno de los sectores contendientes. No hay marginados frente al conflicto social; hay sencillamente, contendores abiertos y contendores solapados, luchadores convencidos y tontos útiles. Demasiadas veces, y más por ingenuidad que por mala voluntad, los universitarios formamos parte de este último grupo. Todos estamos comprometidos: resta saber por quién”.
Ignacio Martín-Baró

domingo, 10 de agosto de 2014

37

Y llegué a los 37. Casi, casi, solo casi, empieza la cuenta regresiva a los cuarenta. No me molesta para nada cambiar el número inicial de mi edad. Los treinta los he disfrutado mucho, estos últimos 7 años han sido buenos, con altos y bajos, pero en términos generales, buenos, muy buenos. Creo que tengo mucha suerte. Y aunque de pequeño me imaginé otra vida a esta edad, esta vida que es la real me gusta. He cometido errores, lamentablemente he lastimado a gente querida, pero supongo que a veces eso es inevitable, no lo justifico, de hecho me hubiera gustado hacer muchas diferente.

Y a pesar de que me gusta mi vida y me siento afortunado, me siento algo angustiado por el mundo en el que nos ha tocado vivir, lo que llevamos del Siglo XXI, no es muy prometedor. Desearía creer que después de todo lo que hemos vivido, como especie, debimos haber aprendido algo, pero parece que no, y seguimos alimentando la carnicería y la intriga. Siento que avanzamos cada vez más rápido , diría más bien nos llevan, a una confrontación irracional. No le veo nada de sentido a lo que ocurre en Ucrania, en Gaza, Iraq, y en otros tantos lugares del mundo en los que juega la "geopolítica".

Suena contradictorio decir que me gusta mi vida y este pesimismo que se asoma cada vez con más fuerza. Pero no lo es, he tenido una vida que me ha gustado. Lo que ocurre es que simplemente veo las cosas que se vienen algo oscuras, y no puedo hacer nada al respecto, ni siquiera dando la vida, mi insignificante vida, podría cambiar algo. Y cuando veo las barbaridades que cometen los ejércitos, las mafias, la policía, y veo de lo que somos capaces como especie, no puedo ser optimista, no puedo.

Si se analiza con cuidado el origen de los conflictos actuales, y el rumbo neoliberal, "la salida" a la crisis, es más miseria, mientras unos ganan miles de millones, una gran mayoría queda en la miseria desprotegida. A los políticos neoliberales no les importa, a los banqueros tampoco, y a los empresarios menos aún, sólo les importa la salud de su billetera. Y lo más absurdo es que acumulan capital que es imposible de gastar. No tiene ningún sentido. Peor, es que se sostenga este absurdo, que se justifique.

Dijo Saramago que el no era pesimista, sino que es el mundo el que es pésimo, yo quisiera pensar que el mundo no es pésimo, y que aún hay esperanza de parar esta estupidez, que aún es tiempo de virar hacia otro lado. Quisiera pensar que aún somos dueños de nuestro destino y que la inercia del crecimiento económica, esa irracionalidad del capital, se puede revertir. Quisiera pensar que hay un futuro mejor, y que la barbarie que vivimos hoy en el mundo se puede parar. Pero ya tengo 37 años, los suficientes para saber que no basta sólo querer, y que aunque desee otro mundo, la evidencia y la experiencia ya me dice que no será posible. Supongo que es lo que toca.

Y bueno, a pesar de todo, habrá que celebrar, por la vida en sí misma, y por la gente querida, y desear que la maldita guerra no nos alcance.