“O se opta consciente y reflejamente, o la opción de nuestra vida se realiza sin que ni siquiera caigamos en la cuenta de ello. Pero en cualquier caso, nuestra vida y nuestra acción se inscriben en uno de los sectores contendientes. No hay marginados frente al conflicto social; hay sencillamente, contendores abiertos y contendores solapados, luchadores convencidos y tontos útiles. Demasiadas veces, y más por ingenuidad que por mala voluntad, los universitarios formamos parte de este último grupo. Todos estamos comprometidos: resta saber por quién”.
Ignacio Martín-Baró

martes, 11 de agosto de 2015

38

Y así como sin querer la cosa pasó otro año y llegué a los 38, y peligrosamente a los 40. Lo que para ser exacto, no me preocupa, me da curiosidad. Y para seguir siendo exacto, pasó otro año, pero no fue como sin querer, porque quería, no llegar al cumpleaños o a los 38, si no que se pasara rápido el año, ya quiero que sea diciembre (hay todo un traslape de fechas, jejeje). Este último año y medio han sido muy duro, bueno, sigamos siendo algo exactos, año y ocho meses, y eso de que ha sido duro este tiempo, también resulta cercano a la exactitud.

Cursar la Maestría ha sido complicado. Me ha resultado agotador. No es fácil llevar un bloque completo de materias, es decir cursos casi todos los días por la noche, y antes una "nivelación en enero y febrero de dos cursos, cuatro días a la semana, porque los politólogos creen que los psicólogos debemos llegar a su nivel, ellos llevan tres cursos de investigación (creo) y nosotros ocho, pero somos nosotros quienes debemos nivelarnos, vaya cosa. El reclamo será eterno, fue muy desgastante, y aportó muy poco, la verdad. Pero bueno el apunte no es carta de evaluación/queja dirigida al SEP. A lo que quiero llegar es que la carga ha sido dura. Trabajar tiempo completo termina de completar el cuadro. Todo el día breteando y las noches estudiando, y este año impartiendo un curso en Güápiles, y recién ayer lunes arrancamos en la Escuela de Nutrición. Más lo todo lo otro, o sea, lo más importante, el resto de mi vida, que tuvo sus cosas, no viene a cuento ahora, ni después.

Todo este... no sé, ¿listado de quejas?... o... no sé cómo llamarlo, en realidad me sirve para poner en perspectiva lo que realmente quiero decir. Y tiene que ver con el tiempo.

Las veces que he ido a Talamanca, o salgo y me desconecto, los días son más largos, también las noches. Agarro un libro y avanzo un montón. No estoy pendiente de la hora, nada lo marca, solo el sol, que no mide el tiempo. En mi "normalidad" ocurre lo contrario, los días pasan y casi son iguales, tanto, que aveces no se puede distinguir uno de otro, particularmente en la oficina. De repente ya es viernes nuevamente, y lo que es peor, más de repente ya es lunes, y a darle otra vez.

Y me pregunto, con este ritmo, ¿a qué hora vive uno? Trabajar ocho horas, para salir pitando a clases, para luego comer algo, ponerse a estudiar (a veces sin siquiera abarcar todas las lecturas o leerlas reposadamente, sin sacarle el jugo al estudio pues), para acostarse tarde y levantarse temprano al día siguiente para iniciar otra vez. Los fines de semana pendientes de las obligaciones académicas, y de pronto no dio tiempo y a montarse en el ritmito este otra vez. ¿Qué sentido tiene esto? ¿Un pinche título? Pues parece, porque el pinche título abre puertas, sobretodo en esta academia que se cobra despiadadamente el derecho de piso.

Y yo sé que así la pasa mucha gente, y más que la pasa peor que yo. Y claro, es una porquería, porque si yo la paso como la paso, para los otros es claramente peor. Y eso me da más rabia, porque al menos yo tengo la pretensión de subir en un régimen que se supone es de méritos y vivir algo mejor, otros aunque le pongan muchas ganas no tendrán esa oportunidad. O sea, me cabrea, y mucho, esta lógica de vivir para producir. Que nuestro ritmo de vida sea el ritmo de la producción, y que esa lógica sea la racionalidad de nuestra sociedad, a eso que le llaman estilo de vida. Por eso es que hay que tener un título, hay que ser algo. Porque es la ilusión del esfuerzo individual, para ser mejor dicen. Es una estafa.

Eso es, simplemente pensar que se nos va la vida trabajando, para que algún cabrón se haga millonario con nuestro trabajo, y mientras, las grandes mayoría piensen que de verdad esos pocos que les roban su trabajo, se lo merecen, y que nosotros estamos condenados al sacrificio, porque claro nos espera una vida mejor y todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Se nos va la vida, así de simple. Y mientras, estamos de pelotudos gastándola en trabajar para otro. Mientras estamos destruyendo el planeta en nombre de la acumulación de mercancías. Estamos enfermos, de verdad que estamos enfermos. Y pienso que somos tan estúpidos, tan destructivos, que somos, como especie, una plaga. Me parece absurda nuestra forma de vida. Me parece casi trivial todo. Me parece absurdo pelearnos de esta forma por tonterías mientras lo realmente importante lo tenemos frente a nuestras narices y no lo vemos.

La vida misma, tan frágil, tan nada, tan todo. Es lo único que tenemos, es menos que un punto en esta eternidad, en este tiempo que hemos transformado en la unidad de medida para producir, para desvanecernos, para hacernos insignificantes, para evitar fundirnos con el todo. Para que no importen 38 años, porque sería únicamente nuestra existencia larguísima, sin tiempo, ligada a todo lo que nos rodea. Podríamos vivir mejor, todos, absolutamente todos, pero la vida la gastamos en acumular mercancías, nos la gastamos en la tontería del consumo, sin darnos cuenta que al final lo único que tenemos es esta vida. Que al final de cuentas ¿qué dejamos? ¿hijos? ¿alguien que lo recuerde a uno y con el tiempo y el afecto nos deforme? Eso es todo.

Por todo eso es que decía que este año y ocho meses ha sido difícil. Porque siento que me ahogo, que se va la vida. Y me pregunto si de verdad vale la pena, pero ya estoy casi en la otra orilla, no me voy ahogar ahora, no. Solo cuatro meses más con este ritmo. Y espero que no se me acabe la vida antes, sería patético, merecería el infierno por baboso, no por mala persona, sino de mero baboso.

Los 38, como verán, me pillan en un momento no muy optimista (eufemismo barato), pero creo que es solo eso, el momento. Supongo que se me pasará, y espero que no sea muy tarde para que lo realmente importante no haya pasado justo en frente de mis narices y lo haya dejardo ir, de puro pendejo.


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