“O se opta consciente y reflejamente, o la opción de nuestra vida se realiza sin que ni siquiera caigamos en la cuenta de ello. Pero en cualquier caso, nuestra vida y nuestra acción se inscriben en uno de los sectores contendientes. No hay marginados frente al conflicto social; hay sencillamente, contendores abiertos y contendores solapados, luchadores convencidos y tontos útiles. Demasiadas veces, y más por ingenuidad que por mala voluntad, los universitarios formamos parte de este último grupo. Todos estamos comprometidos: resta saber por quién”.
Ignacio Martín-Baró

jueves, 8 de febrero de 2024

Copiar a Quino

Durante parte de mi niñez, y toda mi adolescencia, me gustaba mucho dibujar, aunque debo decir que no tenía un gran talento, y que en realidad lo que hacía era copiar las caricaturas de ciertos artistas, lo hacía bastante bien, aunque no podía copiaba a todos. Recién entrando a la universidad, me compré unos lápices y papel, cuadernos de dibujo, y me quedaba hasta altas horas de la noche dibujando y escuchando música. Era muy entretenido, era también un escape, era la época en que estaba enojado con el mundo, era la época de Pearl Jam (aunque siempre ha sido esa época para mí) y las decenas de versiones y conciertos que el chino que le echaba el cuento a mi hermana me prestaba... ¿cómo se llamaba el chino? desde hace tiempo trato de acordarme... en fin, en 1995 por razones que no viene al caso durante meses no hubo luz en la casa, así que dibujaba y dibujaba a la luz de varias candelas, primero a lápiz las formas básicas y luego con una pluma repintaba y le daba los detalles finales. 

Lo que copiaba y copiaba eran las caricaturas de Quino, un genio, las recortaba de La nación cada lunes, y durante años tuve una carpeta llena de recortes. Aprendí con el tiempo a utilizar las sombras y las finas líneas que daban una precisión magistral a sus tiras. También aprendí a no enseñar todas las cosas que hacía, porque a veces me pedían que hiciera dibujos, y como en realidad lo que sabía era copiar, lo que dibujaba sin ninguna otra referencia que "la realidad", deba pena. Cuando me pedían un dibujo, me bloqueaba, simplemente no salía, con presión no podía ni hacer un circulito. Yo dibujaba por mero placer, y era un doble placer: dibujar y escuchar música, o sea Pearl Jam. Y no es que redujera la música a Pearl Jam, pero era lo que más me tranquilizaba, pronto descubriría Pink Floyd, y lo agregaría a las tareas cotidianas que me exigían cierta concentración. Hasta el día de hoy. 

Muchos años después de haberlo dejado, lo lamento mucho, y más que lamentarlo, lo extraño, era una muy buena costumbre, relajante, placentero, sentía que el tiempo pasaba más lento, podía pensar horas y horas, me gustaba la soledad del "cuarto de dibujo", o sea mi cuarto. A veces, eso sí, debo admitir que frustraba cuando alguna línea no me salía, o simplemente no era el día para dibujar, porque había días que no salía nada, ni lo más elemental, pero eran los menos. 

Me gustaba Quino por su capacidad de síntesis, por poder decir tanto en una sola imagen, por esa capacidad de combinar el humor con la crítica política, siempre me sentí incapaz de hacer algo así de grandioso. Sentía que Quino me educaba políticamente, y fue, en realidad una introducción a la política. Ya luego vinieron los libros, acompañados de música y otras muchas cosas, pero primero fue Quino quien, con su genialidad, me ordenó la cabeza para comprender ciertas cosas. 


Cada vez que la clase política de este, o cualquier país, salía diciendo que estamos en el mismo barco, o que juntos vamos a salir de la crisis, recuerdo a Quino, implacable. Porque las crisis son usadas por esos mismos que las ocasionaron para forrarse, siempre ganan ellos, siempre son ellos los que salen de las crisis, siempre recae sobre nosotros el pago de los platos rotos. 


Garden de Pearl Jam en una de sus estrofas decía "I don't question / Our existence / I just question / Our modern needs". Fue cuando, ya en la universidad, leí a Martín-Baró, y me encontré con que el jesuita utilizaba caricaturas de Mafalda para complementar sus análisis, y la verdad es que eran muy útiles. Una de las caricaturas que más me hizo pensar no estaba en los libros de Martín-Baró, no recuerdo donde la vi, pudo ser en cualquier lugar. Es esta:


Hace un par de semanas en la feria escuché una conversación, una señora preguntaba por la hija del señor del chinamo, éste respondía que iba entrando a la universidad, la señora le agradeció al señor y le dijo "pronto va a disfrutar las mieles de la profesión". Yo no pude evitar preguntarme cuáles eran esas mieles, e inevitablemente me acordé de esta tira de Mafalda, y de lo que hemos construido como sociedad para poder sostener a esos de trajes negros e impólutos mientras nosotros vamos remando y comiéndonos las crisis. De la necesidad de "ser algo", o simplemente estar jodido, o a lo mejor "ser algo" e igual estar jodido. La vida debería ser más sencilla. 

De joven pensaba que me habría gustado mucho ser dibujante, y tener esa claridad de Quino, a quien sigo admirando. Hoy día me conformaría con poder seguir copiando sus maravillosas tiras, pero se apagaron las candelas, y aunque hay buena luz, ya no me sale, por las mismas razones de antes, aunque diferente.