“O se opta consciente y reflejamente, o la opción de nuestra vida se realiza sin que ni siquiera caigamos en la cuenta de ello. Pero en cualquier caso, nuestra vida y nuestra acción se inscriben en uno de los sectores contendientes. No hay marginados frente al conflicto social; hay sencillamente, contendores abiertos y contendores solapados, luchadores convencidos y tontos útiles. Demasiadas veces, y más por ingenuidad que por mala voluntad, los universitarios formamos parte de este último grupo. Todos estamos comprometidos: resta saber por quién”.
Ignacio Martín-Baró

jueves, 8 de marzo de 2007

Batalla al Apartheid de genero

Nazanin Amirian
¡Feliz 8 de marzo!

La más grande, amplia y profunda violación de los de derechos humanos es la discriminación y la opresión que sufrimos nada menos que la mitad de humanidad: las mujeres. Una segregación sexual que se viste de diferentes disfraces y formas y tiene grados de intensidad según el lugar geográfico donde nacemos.
El mayor enemigo para la integridad física de la mujer es el hambre. La femenización institucionalizada de la pobreza hace que el 70% de los cerca de 20.000 personas que mueren cada día, así como siete de cada diez que duermen con el estomago vacío cada noche seamos nosotras, y eso cuando en un lugar como, por ejemplo, Africa Sur-Sahariana, somos productoras del 80% del alimento, mientras poseemos tan sólo el 1% de la tierra.
La mujeres también somos dos tercios de 770 millones de adultos excluidos del privilegio de conocer la magia de las letras y palabras. Somos el 80% de los refugiados errantes y sin hogares del mundo, la mitad de los 38 millones de afectados por el SIDA. Morimos medio millón al año durante el parto, dejando huérfanos a millones de niños. 130 millones hemos sido sometidas a la mutilación genital para que ni se nos ocurra descubrir el misterioso punto G.
Por si fuera poco, el feminicidio acaba cada año con la vida de miles de nosotras. En el 2006, una de cada tres era golpeada, violada y maltratad en la llamada violencia domestica, alrededor de 4500 fuimos asesinadas bajo el pretexto de crimines de “honor” sin contar las casi 500 exterminadas en Juárez, Méjico.
Millones, algunas de tan solo 7-8 años somos secuestradas, engañadas, maltratadas y explotadas en el negocio del sexo para el disfrute de “honorables hombres”.
En África, somos unas siete mil Niñas Trokosis “esposas de los dioses", que con las muñecas en los brazos nos arrancan de nuestras hogares para que paguemos en los monasterios, con nuestro cuerpo y trabajo, las deudas de la familia a los sacerdotes.
En otros lugares, la alteración que provoca la simple exhibición de nuestra melena en las hormonas masculinas y por consiguiente en el orden social, es de tal calibre que nos condenan a latigazos e incluso a la pena de muerte. Cada año, una decena somos apedreadas por ser violadas, prostituidas o simplemente por amar al otro o a la otra sin el permiso de las autoridades publicas o privadas.
Decenas de miles de quienes sobrevivamos de estos “percances” perdimos la vida bajo las bombas y misiles que no paran de caernos encima en una veintena de países del mundo. ¡Macabras cifras frías!
En los pequeños y relativos paraísos, que afortunadamente los hay, no dejamos de ser ciudadanas de orden inferior. En España cobramos un 30% menos que los hombres por el mimos trabajo. Aguantamos todo esto y más y aun nos llaman el sexo débil (!)
Sin tener voz en la toma de decisiones, y sin ejercicio del poder es imposible cambiar esta triste realidad. En la esfera del poder político y a estas alturas de la historia, gobernamos sólo trece mujeres, y a tan sólo el 10% de la población humana. Por ello, los ciudadanos de la India y Bangla Desh, el año pasado eligieron a un millón de mujeres como líderes locales, y las mujeres kuwaitíes por fin conseguimos el derecho a voto. ¡Enhorabuena! Algo se está moviendo
Soñemos la igualdad, construyendo el futuro.