“O se opta consciente y reflejamente, o la opción de nuestra vida se realiza sin que ni siquiera caigamos en la cuenta de ello. Pero en cualquier caso, nuestra vida y nuestra acción se inscriben en uno de los sectores contendientes. No hay marginados frente al conflicto social; hay sencillamente, contendores abiertos y contendores solapados, luchadores convencidos y tontos útiles. Demasiadas veces, y más por ingenuidad que por mala voluntad, los universitarios formamos parte de este último grupo. Todos estamos comprometidos: resta saber por quién”.
Ignacio Martín-Baró

viernes, 6 de septiembre de 2013

Apunte desde el fin del mundo... final...

Santiago, Chile. 5 de setiembre de 2013.

Llega a su fin este intenso viaje que incluyó la visita a tres ciudades: Santiago, Valparaíso y Mendoza, en Chile y Argentina, respectivamente. El balance es más que positivo. Salir de Costa Rica siempre hace bien y abre la visión de mundo.

Mi último día en Santiago fue bastante mejor que los anteriores, como les había dicho mi mirada había sido muy superficial porque no tuve mayor contacto con la gente. Pero ayer que volví de Valparaíso (ciudad que me gustó muchísimo) abordé el metro y me bajé en La Moneda. No pude evitar recordar las imágenes de hace 40 años cuando el asesino Pinochet encabezó el Golpe de Estado, una sensación fea la verdad, se me puso la piel de gallina. Por toda la ciudad de Santiago hay pintas, afiches, banners y todo tipo de cosas que recuerdan el Golpe y convocan a la movilización. Hay un constante intento por no olvidar toda la barbarie de la dictadura, así debe ser. En este país la derecha no está arrepentida por todos los actos de violación a los Derechos Humanos cometidos, “para hacer tortillas, hay que romper huevos” dicen cínicamente algunos. De hecho la candidata de la derecha de apellido Mathei salió a defender a Pinochet cuando se le detuvo en Londres.

La lógica  neoliberal, el miedo, el individualismo está tan naturalizado que muchos no lo ven, algunos hasta lo justifican y otros tantos lo necesitan. Lo que los milicos y empresarios hicieron a este país no tiene nombre, las consecuencias de la brutalidad pinochetista y neoliberal son tan profundas que me parece que pasarán décadas para que este país cambie y las condiciones de vida de las grandes mayorías sean dignas, es una locura el ritmo de vida de esta ciudad, como también lo es el costo de la vida.

Las resistencias desde lo cotidiano son impresionantes. Por ejemplo, el costo del transporte público es sencillamente un abuso, no puede ser que se cobre tanto. Mucha gente lo que hace es no pagar, los choferes se hacen de la vista gorda, y entonces han puesto inspectores en algunas “zonas críticas”, la respuesta entonces es caminar un poco más abordar el bus en otro lado. El discurso oficial ataca y dice que el alto costo es porque algunos no pagan, lo que hace que la gente se pelee entre sí. Es el mismo discurso con el tema de la educación, según la derecha de este país la educación no puede ser gratuita porque los ricos no deberían ir gratis, pero entonces lo que en realidad ocurre es que a los ricos que no les cuesta mayor cosa la educación (aún la privada) y las grandes mayorías queda sujeta a pagar, los pobres entonces sí pagan, y mucho, a préstamos leoninos y estafas. Aquí todo es una mercancía.

Pero no todo es negativo. Efectivamente se agudizan las contradicciones políticas, en la calle se siente también que algo está cambiando, que algo puede cambiar, lentamente eso sí. Hay colectivos de resistencia y organización de base. Ayer estuve en el barrio Brasil, ahí esta la Fundación Víctor Jara, que exige la justicia para el cantor, en la calle de al lado hay un café hermoso, claramente sus dueños son de izquierdas, un lindo ambiente. En ese barrio se respira otro aire, y siempre hay policía, me contaron que siempre está vigilado, y efectivamente vi el carro de policía en el parquecito.

En ese barrio también hay un restaurante de comida típica chilena, que se llama Juan y medio, según dicen es porque el dueño era muy alto. Comimos delicioso, la comida es abundante y con un solo plato comimos dos y quedamos más que satisfechos. Porotos con riendas y longaniza fue lo que comimos, traducido al tico eso es frijoles blancos con espagueti y chorizo, delicioso. Las señoras que nos atendieron tremendamente amables. Si uno conoce a la gente correcta me parece que esta ciudad, que esta sociedad tan fría puede ser bastante más llevadera.

Los libros en Chile son carísimos, es posible que el dueño de Nueva Década, que es chileno, actualice sus precios en concordancia con los precios de Chile. Acá hay buena producción de libros, pero muchos incomprables. Los libros en Chile pagan impuesto como cualquier otra mercancía.

Cuando llego al aeropuerto de Santiago veo a un chavalo con acento inconfundible, un tico, trabajador de un banco estatal que anda de vacaciones con su madre. Este mae puede tener unos 28 años, y es una síntesis de todos los prejuicios ticos, es el estupidito promedio. Admirado por le “eficiencia” chilena me dice que en Costa Rica la cultura laboral debería ser como la de acá (Santiago), pienso para mis adentros que este imbécil no sabe lo que está diciendo y que es posible que no se haya enterado que hubo una dictadura. Y el mae sigue con su repertorio, admirado con el aeropuerto dice que el “nuestro” está muy bonito, que mejor que el de Panamá que tiene baños sucios y dónde es posible que lo “asalten a uno”, y que está mejor que el de Chile. Yo solo hago cara de signo de interrogación. A este carajo le han parecido muy amables los policías, no como en México, porque “los mexicanos no nos quieren”. Los policías mexicanos son un asco, pero no es porque tengan algo contra los ticos, sino porque en sí mismos son un asco, me enferma ese egocentrismo chovinista de los ticos, que de verdad se creen la Suiza Centroamericana. Me da tanta pereza este tipo, y le pido a la vida no nos toque sentarnos al lado, no soportaría seis horas y media hablando con él, escuchando todos sus prejuicios pro yanquis y su lógica bancaria, literalmente bancaria.

Mientras escribo esto esperando abordar el avión pienso que en realidad Checho tiene algo de razón cuando me dice que soy un “amargo”, y bueno, lo que pasa es que no soporto a este tipo de maecitos que van de correctos, que se creen muy de mundo, y que en realidad son unos pueblerinos chovinistas que piensan que Costa Rica es el mismísimo cielo, que no son capaces de ver más allá de sus narices.

Bueno, luego de haber despotricado contra ese pobre imbécil, termino diciendo o cerrando la idea con la que inicié el apunte, que ha sido un viaje muy positivo. Conocí gente muy linda en Mendoza que hicieron que no quisiera irme, en Valparaíso descubrí otro Chile, lleno de vida, y acá en Santiago he visto una ciudad frenética, hermosa, pero fría, aunque llena de una resistencia silenciosa, que hoy justo se hacía escandalosa, se hacía multitud nuevamente reclamando su derecho a la educación.

Tengo muchas cosas en la cabeza y necesito procesarlas, como dije un viaje muy intenso en lo académico y en lo personal, se me abre un poco la visión de mundo y la vida, como dije, el balance es absolutamente positivo, estoy muy contento la verdad. En los próximos apuntes haré algunos comentarios de cosas que me andan comiendo la cabeza (no precisamente piojos, jeje), a las que debo darle más vuelta para madurar. Por el momento se acaban estos apuntes desde el fin del mundo y regreso a lo de siempre, sólo que diferente.