“O se opta consciente y reflejamente, o la opción de nuestra vida se realiza sin que ni siquiera caigamos en la cuenta de ello. Pero en cualquier caso, nuestra vida y nuestra acción se inscriben en uno de los sectores contendientes. No hay marginados frente al conflicto social; hay sencillamente, contendores abiertos y contendores solapados, luchadores convencidos y tontos útiles. Demasiadas veces, y más por ingenuidad que por mala voluntad, los universitarios formamos parte de este último grupo. Todos estamos comprometidos: resta saber por quién”.
Ignacio Martín-Baró

jueves, 18 de enero de 2024

Este año hay Olimpiadas

Este año hay Olimpiadas. Uno de mis primeros recuerdos infantiles se remite al año 1980, concretamente al 3 de agosto, estaba a punto de cumplir tres años. Obviamente no tenía noción de que fuera 3 de agosto, ni de que me faltara una semana para cumplir tres años, tampoco sabía que ese día le habían entregado a mis papás mi primer pasaporte. 


En agosto de 1980 apenas sabía hablar, mi mamá me dice que a los dos años empecé a decir cosas. Pero ese día lo recuerdo "perfectamente", porque el 3 de agosto de 1980 fue la Ceremonia de Clausura de Juegos Olímpicos de Moscú, y un enorme Oso Misha salió volando del estadio olímpico. Recuerdo la tristeza que sentí cuando el Misha gigante de plástico abandonaba el estadio, sabía que algo se acababa, no entendía bien el qué, pero lo sabía. 



Pero desde ese lejano 3 de agosto de 1980, las Olimpiadas me llenan de emoción, más bien, emociones, porque son muchas y muy diferentes. Por ejemplo, cuando veo la ceremonia inaugural tengo una irremediable emoción infantil y me pongo a llorar, no lo puedo controlar. Cuando empieza la Maratón ya empiezo a sentir nostalgia y una enorme tristeza parecida a la de ver volar al osito Misha. Las Olimpiadas de 1984, ya consciente de lo que eran unas olimpiadas, fueron muy emocionantes, y ni qué decir las de Seúl, ya con once años. Las de Barcelona hicieron que idealizara a una ciudad hasta el punto de querer aprender su idioma, ese fue el inicio de mi interés por Cataluña. 

No puedo describir la admiración que siento por los y las atletas que llegan a una Olimpiada, y ni qué decir por quienes ganan una medalla, o por quienes logran hacerlo en varias justas. Llegar a una Olimpiada no es poca cosa, es estar en la élite deportiva. No es cualquiera quien lo logra. Por eso me da mucha rabia ver comentarios contra atletas costarricenses que, por ejemplo, llegaron a las Olimpiadas de Tokyo en 2021 pero que no ganaron medalla, ese año hubo muchos comentarios nefastos. Hay que ser muy mezquino para lanzar insultos y tachar a los atletas de mediocres. Quienes les critican desde la comodidad, y la impunidad, que les dan las redes, no tienen ni idea de lo bueno que hay que ser para llegar hasta donde han llegados estos atletas. Y esto no es una oda al conformismo, todo lo contario, es reconocer que están entre los mejores del mundo, y para estar ahí hay que hacer mucho esfuerzo, hay que tener muchísima disciplina, y fuerza de voluntad. Particularmente en un país en el que no hay condiciones, en el que los recortes presupuestarios a lo público se han convertido en el deporte nacional de los políticos. 

La mayoría de nuestros atletas no cuentan con los recursos económicos, ni con instalaciones adecuadas en sus pueblos, y cuando las hay, no se las prestan. Cada cuatro años decimos lo mismo: “hay que apoyarlos, es necesario que haya más recursos”. Cada cuatro años los políticos salen a felicitar a nuestros atletas, para al mes siguiente proponer un nuevo recorte en los presupuestos nacionales. En el 2021 esto fue más evidente, la hipocresía se desbordó, diputados que impulsaron mociones para recortar el presupuesto de cultura, deportes y educación, fueron los primeros que cínicamente felicitaron a los atletas. No sé cómo tienen cara para hacerlo. En redes, quienes apoyan las medidas de austeridad presupuestaria, curiosamente luego son quienes les exigen resultados, y quienes ejecutan los recortes son los primeros en felicitar. No sé muy bien cómo llamarle a esto. Y es una pena, porque normalmente, además de reclamar la austeridad y destruir lo público, esos mismos son quienes luego se rasgan las vestiduras porque la "juventud está perdida" y son también quienes piden "mano dura", son los fans de Bukele, son los que quieren las cárceles llenas, que claramente es más caro que invertir en educación y deporte, pero además, es más improductivo.

Yo creo que este país tiene mucho talento, y si a ese talento le diéramos los recursos que necesitan podríamos tener mejores resultados, pero sobre todo podríamos ser un país mejor. Lo que se necesita es sensatez, visión de largo plazo, porque recursos hay (aunque nos digan que no). Como país deberíamos tomar una decisión de lo que queremos, y deberíamos hacerlo sin esos dogmatismos neoliberales. Debemos decidir qué queremos realmente, cuál es la vía. Porque si queremos que nuestros atletas representen a nuestro país, que compitan, hay que invertir en ello, para eso hay que dejar de lado las "decisiones austericidas", y reforzar seriamente el programa de Juegos Nacionales, formar y contratar entrenadores de calidad, fortalecer (dotando de infraestructura) la educación física en las escuelas y colegios, visibilizando y financiando deportes más allá del fútbol, y porqué no, creando liceos deportivos en todas las provincias. Todo eso se podría hacer si hubiese voluntad, orden, planificación, y sobre todo, si los políticos, funcionarios y empresarios dejan de robar y se pagan los impuestos que les corresponde. 

Este año son los Juegos Olímpicos en París, pronto vamos a ver a los oportunistas de siempre poniendo sus mejores sonrisas al lado de deportistas. Pronto vamos a ver a los panzones que no tienen la disciplina para ir regularmente al gimnasio decirles mediocres o "pura mierdas" a nuestros deportistas. Pronto veremos a los medios de comunicación (los mismos que solo se interesan por el fútbol) haciendo reportajes lastimeros y pidiendo más inversión, misma que en sus líneas editoriales niegan cuando defienden un día sí y otro también, la agenda austericida porque el "gasto público" es insostenible. Estamos a poco tiempo del desfile hipócrita de los que solo les interesa figurar e instrumentalizar a deportistas, de los que solo se suben en el carro de la victoria sin haber hecho el mínimo esfuerzo. 

De aquel lejano 3 de agosto de 1980 ya solo me queda ese recuerdo del osito Misha volando en los cielos de Moscú, pero esa emoción infantil por las olimpiadas la sigo sintiendo, estoy seguro que muchas personas también la sienten, y creo que habrá muchas que consideran que vale la pena hacer un esfuerzo colectivo para que nuestros niños y jóvenes hagan deporte, y sobre todo sueñen como alguna vez lo hicimos nosotros.