“O se opta consciente y reflejamente, o la opción de nuestra vida se realiza sin que ni siquiera caigamos en la cuenta de ello. Pero en cualquier caso, nuestra vida y nuestra acción se inscriben en uno de los sectores contendientes. No hay marginados frente al conflicto social; hay sencillamente, contendores abiertos y contendores solapados, luchadores convencidos y tontos útiles. Demasiadas veces, y más por ingenuidad que por mala voluntad, los universitarios formamos parte de este último grupo. Todos estamos comprometidos: resta saber por quién”.
Ignacio Martín-Baró

miércoles, 21 de abril de 2021

Sobre la fallida SuperLiga

Hace casi siete años me llamaron de Canal 15 de la UCR para hablar del Mundial de 2014 (no sé porqué a mí, pero fui). En el programa Materia Gris dije varias cosas, una de ellas relacionada con la inflación de los traspasos de los jugadores de fútbol. Critiqué que un jugador de fútbol ganara decenas de millones de euros, me parecía obsceno (ahora más), sobre todo porque se trata de un oficio que, si vemos con cuidado, es relativamente inútil, es entretenimiento. 

Sostuve que había otros trabajos, otras labores, que eran socialmente útiles y mal pagadas, puse como ejemplo los trabajadores recolectores de basura, sin ninguna duda un trabajo socialmente útil. La diferencia salarial entre ambos oficios es abismal. Se dirá que los jugadores de fútbol son profesionales, que son los mejores, ¿Y? Qué más da, se trata de un juego, y cierto que es un trabajo para el futbolista, y debería ser bien remunerado, que deberían poder vivir bien lo que dura su corta carrera deportiva, y luego como cualquier mortal en plenitud de condiciones trabajar en algo que les permita vivir decentemente. Pero no se justifica que alguien que juega al fútbol, como mucho 15 años, luego viva de sus rentas como un rey. Este comentario valió para que la Extra me dedicara un par de párrafos diciendo que yo proponía que los jugadores de fútbol debían ganar como recolectores de basura, yo no dije eso, pero no sería una mala idea. 

En ese mismo programa puse un ejemplo concreto, el de Cristiano Ronaldo que fue fichado por el Real Madrid en 2009, en plena crisis económica. España empezaba a vivir los estragos de una profunda crisis que llegó a tener al 25% de la población económicamente activa en el paro (casi 5 millones de personas, digamos que casi la totalidad de la población costarricense para que nos hagamos una idea), el 50% de los jóvenes llegó a estar desempleado. Y fue justo en ese contexto cuando se anunciaron los fichajes de Kaká y Cristiano Ronaldo por 65 y 94 millones de euros, respectivamente. ¿Quiénes financiaron? Pues dos bancos Caja Madrid y el Banco Santander. Más de 150 millones de euros en plena crisis. A Florentino Pérez le pareció una buena idea, porque el negocio iba pujante, mientras había millones de desempleados y se recortaba lo público. Cristiano pasaría a ganar más dinero del que yo podría imaginar, no cabe tantos ceros en mi calculadora. Más modestamente Keylor Navas también se hizo millonario en 2014 con su traspaso al Real Madrid, pero claro, Keylor lo hizo gracias al señor. Total, ya fuera uno u otro, ganaban más al año que lo que significa el presupuesto de una Municipalidad como la de Curridabat. Creo que eso nos da una idea de la disparidad salarial entre un trabajador del deporte/entretenimiento de élite, y un trabajador público con una labor esencial para la sociedad. 

Traigo a memoria esto porque me he indignado con el anuncio de la SuperLiga, impulsada por Florentino Pérez y otros once presidentes o dueños de clubes millonarios de Europa, digamos la oligarquía del fútbol. Vi parte de las explicaciones de Pérez en un programa español de chismes y falsos debates sobre fútbol. Yo pensaba que ya a estas alturas y tras ver lo que hemos visto con las crisis económicas y con la crisis sanitaria ya no se diría más, pero Pérez lo dijo. Apeló a la teoría del derrame, hasta la gesticuló. No se sonrojó mientras nos insultaba a todos, mientras nos pegaba una bofetada. La salida de la crisis se saldó con recortes brutales a lo público, con carga fiscal a los trabajadores y los evasores intactos, los ricos se han hecho más ricos, son los ganadores de la crisis. Los bancos, por cierto, fueron rescatados. Y Florentino lo que nos dice es que los ricos deben hacerse más ricos para que el resto nos beneficiemos con sus migajas. Esa teoría del derrame, es tan sólo una justificación absurda, pero lamentablemente alguna gente se la cree a pesar de ser una farsa. Así que uno de los principales argumentos de Pérez para justificar el separatismo elitista de unos clubes es una ficción capitalista para justificar la desigualdad. 

Pero si eso no fuera poco, Pérez tira un poco más: "estamos arruinados", dice que fue la pandemia, no los salarios obscenos, no la voracidad empresarial y comercial. Como si ese nivel de gastos se pudiera sostener de manera infinita, como si las ganancias fueran siempre infinitas. Como si el planeta fuera infinito, perdón, ya me puse a hablar de capitalismo, volvamos al fútbol. Pérez nos dice que debemos creer que la salida no es revisar los costos desmedidos de planillas, no, para salir de la "ruina" la lógica es "privatizar", hacer aún más espectáculo el fútbol, comercializarlo hasta el infinito. La lógica del capital totalmente desnuda. Son la oligarquía del fútbol que cree que pueden hacer lo que les da la gana, ya hasta ahora han podido, por que la UEFA ahora va de adalid de la solidaridad, pero han hecho que todos estos clubes oligarcas sean lo que son ahora, son cómplices, porque son también una mafia, igual que la FIFA. Son unos cínicos al apelar a la solidaridad. 




Yo me quedo con lo que ha dicho Bielsa sobre laya fallida SuperLiga: "El problema fundamental es que los ricos siempre aspiran a ser más poderosos sin considerar las consecuencias que eso produce sobre el resto, luego, cuando aumentan el poderío, van reclamando privilegios proporcionales a la debilidad de los que quedan por debajo y a la fortaleza de los que se vuelven más ricos, más poderosos. Pero, yo creo que esto no debería sorprender, porque esto no sucede de un día para el otro, sino que hay un montón de estructuras que le ponen límites a la desigualdad, se han ido flexibilizando y concediendo, y llega un momento en que sucede lo que es inevitable". 





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