“O se opta consciente y reflejamente, o la opción de nuestra vida se realiza sin que ni siquiera caigamos en la cuenta de ello. Pero en cualquier caso, nuestra vida y nuestra acción se inscriben en uno de los sectores contendientes. No hay marginados frente al conflicto social; hay sencillamente, contendores abiertos y contendores solapados, luchadores convencidos y tontos útiles. Demasiadas veces, y más por ingenuidad que por mala voluntad, los universitarios formamos parte de este último grupo. Todos estamos comprometidos: resta saber por quién”.
Ignacio Martín-Baró

lunes, 30 de junio de 2014

Apunte Mundialista. A Cuartos de Final...

La última vez que vi un partido mundialista de la Selección en casa de mis papás, con toda mi familia, fue hace exactamente 24 años, en aquel famoso partido en el que los checoslovacos nos clavaron cuatro. Me resistía a verlo en familia, por aquello de las cábalas; pero al final pudo más el cumpleaños de dos de mis hermanas.

Partido trabado, trabadísimo, el más flojo de la Sele en el mundial. Los griegos lo trabaron, no dejaban jugar, ese es su estilo. Lo dije en el apunte anterior, que sería un partido duro, y así fue.

El gol de Ruiz nos hizo brincar del sillón. Mi papá se había ido a su cuarto en el medio tiempo y ahí se había quedado, presa de los nervios. Pero cuando la comadreja metió el gol no lo gritó. En el tele de su cuarto la señal tenía 30 segundos adelante, ¡qué detalle! Los bebés lloraron, no de la alegría, sino del susto de escuchar los gritos de la celebración, la expresión de Zazil (mi sobrina) era de susto total; no entendía los gritos... Pero luego sí entendió la alegría de la celebración después del partido.

El arbitraje de este partido, todos lo vimos, fue totalmente parcializado. Y aunque siempre puede ser peor, ya sería el cinismo absoluto de un ente que tiene unos spots muy lindos contra el amaño de partidos. El australiano expulsó a Duarte, que curiosamente había sido considerado el mejor de Costa Rica en los partidos que había jugado la Sele, y antes no había pitado una mano enorme, que sólo el australiano no vio. Ya jugando con 10, el equipo tuvo que echarse atrás. Cincuenta y cinco minutos aguantando la presión griega.

Por eso la explosión de alegría tuvo esas magnitudes. No porque celebráramos "como si hubiéramos ganado el Mundial", como escribió Nefer Muñoz para la BBC. Seguramente por escribir para la BBC es que escribió viendo "objetivamente" lo que ocurría, pero sin comprenderlo. Seguramente es que identificado con el vendedor de lotería que cita fue que todo le pareció exagerado. Muñoz cree que celebramos como si hubiéramos ganado el Mundial porque no entendió que en realidad celebramos como si hubiéramos pasado a cuartos, que fue lo que hicimos. Si ganáramos el Mundial celebraríamos con la magnitud que implica tal cosa. 

Lo que Muñoz no entiende es que el equipo resistió heroicamente jugando con 10, contra el árbitro, contra la historia misma, contra nosotros mismos y nuestra mentalidad "chiquitica". No entendió que nuestra bronca con la FIFA viene desde antes de quedar en el "grupo de la muerte", antes de los 7 jugadores meando en un tarrito, antes del pésimo arbitraje del australiano, antes de la hostilidad griega, antes del entrenador expulsado que no salía del campo, antes de que Umaña fuera a tirar el quinto penal y no hubiera una bola. La bronca empezó con lo de Colorado, con aquel infame partido bajo la tormenta de nieve. El Fairplay la FIFA se lo pasó por el ojete. La celebración apoteósica del domingo tenía todo eso de fondo. Nadie en Costa Rica defiende a la corrupta FIFA.

El partido de octavos contra Grecia es el partido más sufrido de la historia del fútbol de Costa Rica, por las circunstancias. Nunca antes había sufrido de esta forma un partido de fútbol. Nunca antes lo grité tanto. La alegría de la gente saliendo a las calles en todo el país es proporcional al sufrimiento experimentado por los noventa minutos, los treinta de tiempo extra (casi una hora jugando con 10) y los penales. ¿Cómo no celebrar de esta forma? Por eso el titular de la BBC no es exacto; es el más claro ejemplo de una cierta "objetividad" del periodismo -seguro eso enseñan en las escuelas de periodismo-. Pero el problema no es de escritura ni de estructura, sino de incomprensión. Grave para un tico que haya escrito con pluma inglesa. 

En todo caso y más allá de las miradas "objetivas", lo de ayer fue histórico. No hay comparación posible. Hasta los más escépticos intelectuales se han montado en la trepidante emoción de un Mundial que nos mantiene soñando, que saca lo mejor de nosotros... y lamentablemente lo peor -ya hablaremos de eso-. Por el momento quiero quedarme con esta emoción, con esta alegría, con nuestra Selección (con mayúscula) en cuartos de final contra Holanda. Será un partido más duro aún, pero ojo, que nos viene bien el papel de la víctima. Este equipo se crece, como si mimetizara, y en esa medida creciera su potencial futbolístico. Ya veremos si celebramos un pase a las semifinales. Permitámonos soñar y si perdemos, ya habremos hecho historia. Deberíamos jugar con la soltura del que no tiene nada que perder, y nosotros, trabajadores. deberíamos pensar en eso, que no tenemos tampoco nada que perder.

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