“O se opta consciente y reflejamente, o la opción de nuestra vida se realiza sin que ni siquiera caigamos en la cuenta de ello. Pero en cualquier caso, nuestra vida y nuestra acción se inscriben en uno de los sectores contendientes. No hay marginados frente al conflicto social; hay sencillamente, contendores abiertos y contendores solapados, luchadores convencidos y tontos útiles. Demasiadas veces, y más por ingenuidad que por mala voluntad, los universitarios formamos parte de este último grupo. Todos estamos comprometidos: resta saber por quién”.
Ignacio Martín-Baró

martes, 21 de septiembre de 2010

SALVE, OH PATRIA! de Helio Gallardo




    
       La principal figura de la administración de gobierno actual, la presidenta Laura Chinchilla, aprovechó la celebración de la Independencia para anunciar y enfatizar que dará la lucha contra el narcotráfico y la criminalidad organizada con “previsión, valentía y determinación”. Igual bregará porque la paz, la solidaridad y la equidad estén en el corazón de cada niño que nazca en el territorio de Costa Rica (LN: 16/09/2010). Tres factores conceptuales deslucieron su pieza oratoria. El primero, oponer el narcotráfico y la criminalidad organizada contra la patria y los patriotas. Extendió el punto a la oposición entre quienes desean la patria libre y quienes la desean encadenada. Ambas polarizaciones son falsas. El narcotráfico es un negocio, grande e ilegal y, como todo gran negocio transnacional, McDonald’s, por ejemplo, carece de patria. Solo le interesa ganar dinero. De parecida manera, a esa empresa ilegal que es el narcotráfico le importa poco que los costarricenses escojan o no a sus presidentes mientras sean adictos (sujecionados, dependientes) a las drogas que mercadean y a su entorno. Por decirlo así, cultivan un tipo peculiar de leasing.

    El segundo factor que fragilizó la voluntad oratoria de la presidenta fue el estrecho oportunismo con que asoció el peligro “un flagelo internacional sin precedentes”, “Vivimos una situación más dramática que en cualquier capítulo de nuestra historia”, en sus palabras, con su inmediata gestión de gobierno. Iniciativas como un impuesto a los casinos y su molestia porque la Sala IV consideró ilegales los retenes policiales abusivos y matones le sirvieron para pullar a otros poderes del Estado. Sus alusiones a una Red Nacional de Cuido y al programa que busca mantener a los estudiantes secundarios en sus aulas la situaron más en la propaganda de campaña que en el desafío que ella dice enfrenta el país. Por marcar un aspecto: la mejoría de la “convivencia en escuelas y colegios” y su eventual proyección al entorno social demanda una Nueva Escuela nacionalmente articulada, no parches. El punto ni siquiera se susurra en Zapote. No hay ni voluntad ni dinero para una educación (pública) de calidad. Quien la quiera, que la pague.

   El tercer factor de deslucimiento, sin embargo, es el más inquietante. Hubo aspectos básicos de la situación que la presidenta Chinchilla no mencionó o por ignorancia o voluntariamente. El negocio del narco tiene dos frentes: el tráfico de drogas y el lavado de dinero. Como se trata de un negocio ilegal que Estados Unidos enfrenta ‘militarizando’ el frente del trasiego de drogas, se genera una escalada de violencia que es lo que preocupa a la presidenta. La solución, en el mediano y largo plazo, pasa por legalizar planetariamente la droga y ofrecerla gratis y de calidad a los drogodependientes. La asociación con el punto de vista de Estados Unidos (militarizar, usar la droga como factor geopolítico) resulta, para un país como Costa Rica, letal en el mediano y largo plazo. Ignorar esto es renunciar a la responsabilidad otorgada a la presidenta por el voto ciudadano.

    El segundo factor silenciado por Chinchilla en su discurso es que el gran negocio ilegal del narcotráfico, con sus dos circuitos, drogas y lavado de dinero, requiere de corrupciones y corruptos ‘internos’ (en Estados Unidos o en Costa Rica, en instituciones policiales, políticas, judiciales, financieras y periodísticas, etc.). Parte constitutiva del negocio del narco es que se lo mantenga ‘fuera de la ley’. Así, un aspecto de la corrupción consiste en criminalizar y militarizar la producción y tráfico de drogas. Por supuesto, la corrupción ligada al narco tiene también otras caras y niveles. Pero su motor central está en la ilegalidad del producto. La ausencia de reflexión acerca de la corrupción efectiva, no la cajonera, que reza que el peligro del narco es ajeno al sistema, dificulta saber si la presidenta realmente está enterada sobre lo que podría matar a la patria que juró servir con previsión, valentía y determinación.


Este artículo fue tomado de la Página de Helio Gallardo - Pensar América Latina

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