“O se opta consciente y reflejamente, o la opción de nuestra vida se realiza sin que ni siquiera caigamos en la cuenta de ello. Pero en cualquier caso, nuestra vida y nuestra acción se inscriben en uno de los sectores contendientes. No hay marginados frente al conflicto social; hay sencillamente, contendores abiertos y contendores solapados, luchadores convencidos y tontos útiles. Demasiadas veces, y más por ingenuidad que por mala voluntad, los universitarios formamos parte de este último grupo. Todos estamos comprometidos: resta saber por quién”.
Ignacio Martín-Baró

martes, 24 de julio de 2007

La “unificación” del NO

Luis Paulino Vargas Solís

http://www.tribunademocratica.com/2007/07/la_unificacion_del_no.html#comments

Hablar de la presunta necesidad del Movimiento del No de unificarse, bien puede ser un pretexto para intentar introducir elementos de disenso. Sin duda esa es la intención detrás del reportaje del pasado martes 17 publicado en La Nación y la columna de opinión difundida al día siguiente. Ahí, y en especial en esta última, se dicen cosas que darían lástima de no estar cargadas de tanto odio patológico. Ésa es la intelectualidad del sí: una infinitud grisácea y neurótica. Pero incluso los despropósitos más rubicundos pueden ser aprovechados para sacar conclusiones interesantes que alimenten la reflexión al interior del propio Movimiento del No. Brevemente me referiré a dos de esas tonterías.

Primera tontería: “La unificación supone liderazgo”

Liderazgo” es, en esta acepción, algo como lo que está haciendo Oscar Arias: se pavonea como la figura visible más conspicua dentro del inmenso y oneroso aparato propagandístico del si, mientras despilfarra, con evidentes afanes de manipulación, los recursos públicos. Una acepción más general es aquella que entiende que “liderazgo” es lo que hace un señor que se cree la divina torta, se mercadea como refresco gaseoso y hace de “jefe” al comando de un ejército de sumisos descerebrados. Esta segunda era la idea detrás de la consigna publicitaria que hablaba del mismo señor Arias como “capitán” de la barca.

Tal es la visión oligárquica del mundo. El pueblo es visto como un conglomerado indiferenciado de peters-pan-siempre-infantes, desconocedores de sus propios deseos y necesidades e incapaces de formarse una opinión propia, decidir sobre sus vidas y resolver sus problemas. El “líder” decide por ese pueblo-niño, lo conduce de la mano y le resuelve su vida.

Esa es, asimismo, la visión de mundo que resulta de anteojeras enmohecidas y la densa humareda ideológica de categorías teóricas de los tiempos de las cavernas. Quien mira el mundo así mira la imagen en su retina de un mundo que ya no existe.

El Movimiento del No, no se unifica alrededor de ningún liderazgo autoritario; no se coordina de forma centralizada; no se guía a partir de directrices homogéneas. El Movimiento del No es, en realidad, una vasta red de movimientos en red, descentralizado en alto grado, dotado de una inmensa capacidad creativa, de una gran autonomía de decisión y de un tremendo poder para gestar liderazgos y modificarlos de forma dinámica. Es tan imaginativo, crítico y creativo como escaso en dinero y ambas características son consecuencia de su naturaleza básica como movimiento ciudadano de base, no plataforma oligárquica ni plutocrática.

El Movimiento del No se unifica en el diálogo, el debate, el intercambio, la cooperación, el acompañamiento. Y, por cierto, ningún cemento puede ser tan poderoso como el amor por Costa Rica y la inclusión respetuosa de lo diverso.

El Movimiento del No se lidera desde sí mismo, creando autónomamente sus propios liderazgos y retroalimentándose en la lucha conjunta, en las experiencias compartidas, en el debate abierto acerca de sus propios errores. El Movimiento del No repele las direcciones centralizadas y los liderazgos autocráticos.

En ese contexto, las figuras nacionales más visibles –desde el rector Eugenio Trejos hasta el dirigente partidario Ottón Solís–, así como las diversas instancias de coordinación o enlace, a lo sumo juegan el papel de referentes que sugieren, muy a grandes trazos, lineamientos y orientaciones. Pero el Movimiento mismo se crea y recrea de continuo, en ejercicio autónomo de iniciativas plurales y asumiendo formas de expresión multicolores.

Segunda tontería: el No “es un amasijo”

Quien esto dice, además se congratula de la homogeneidad del sí. Ello pone en evidencia dos detalles: el talante autoritario y antidemocrático, para el cual la virtud se encuentra en las formas sociales unidimensionales, cerradas y estáticas. Y, segundo, la total incapacidad para captar, o cuanto menos intentar interpretar, las complejidades de la realidad social en la Costa Rica actual. Y lo más paradójico es que luego de poner en evidencia su desfase de siglos frente al mundo que vivimos, quieran reclamar para sí el privilegio de ser quienes “miran hacia delante”. En realidad son prisioneros del pasado y viven aferrados al sueño oligárquico de una Costa Rica incapaz de romper ataduras oscurantistas y privilegios aberrantes.

Simplemente acontece que el Movimiento del No es tan complejo y heterogéneo como lo es la propia sociedad costarricense actual. Y, en proporción exacta, el del sí es tan tediosamente estándar y homogéneo como los son los discursos, las propuestas y la praxis social, política y económica de la globalización neoliberal, de la cual el TLC tan solo es uno entre tantos desafortunados retoños y, en sí mismo, un frondoso aparato de uniformidades compulsivas. Los reportajes y editoriales recientes de La Nación sobre la subvaluación del colón medida con base en la hamburguesa de McDonald, lo ilustran con todo el patetismo de una “ciencia” económica supremamente vulgarizada. Su mundo es un gris infinito y sin matices.

No entender la complejidad social subyacente al Movimiento del No hace que los monopolios mediáticos repitan mil tonterías sin fundamento. Una de éstas, es la atribución de liderazgos a figuras que poseen notoriedad pública pero que, dentro de este Movimiento, no tienen más autoridad que la que, por propia decisión, quieran reconocerle las organizaciones ciudadanas de base, en sí mismas espacios autónomos de construcción social. O bien, el grandísimo despropósito que intenta identificar el Movimiento con algún partido político, cosa que resulta un desatino solo comparable a la perpetua manipulación que ha intentado reducirlo a un movimiento de los sindicatos.

El Movimiento del No, no es ni sindical ni partidario. Tampoco es ambientalista, campesino, de género, artístico, cultural, académico, identitario, estudiantil, juvenil, comunal, barrial, artesanal, empresarial. No es ninguna de esas cosas en particular porque es todas esas cosas al mismo tiempo y en un mismo enorme proceso social. Cabecitas de escasas neuronas y muchas telarañas tan solo logran ver aquí un “amasijo”. Es su problema. Lo verdaderamente relevante es la realidad fundamental de que en ello no solo se hace manifiesta una Costa Rica plural, heterogénea y diversa, sino también, e igual de importante, una Costa Rica que es ciudadanía activa, crítica, informada y politizada.

En el proceso, esta ciudadanía ha dado lugar a frutos realmente notables. La historia del corazón del No –que con tal cinismo los del si quieren robarse– lo ilustra de forma simple pero elocuente. Una idea gestada por dos artistas –Julia Ardón y Mauricio Ordóñez– logra atrapar con especial sentimiento y sentido estético, un latido profundo en el alma de miles y miles de hombres y mujeres. Desde ahí crece y se diversifica y se vuelve patrimonio colectivo. Como patrimonio colectivo han pasado a ser las elaboraciones intelectuales gestadas en el ámbito académico. Ya luego la gente –no profesores universitarios– por sí misma analiza y critica. Y, por cierto, no tiene que hacerlo con rigor intelectual y científico ni elegancia literaria, que para eso están los debates en las universidades o la poesía de Ana Istarú. Ahí lo que importa –conviene enfatizarlo– es el espíritu ciudadano que se expresa crítico, libre, autónomo.

Unidad desde lo diverso

El Movimiento del No nació diverso y heterogéneo, como expresión visible de una realidad social más profunda, en sí misma muy compleja. Y diverso y heterogéneo este Movimiento ha crecido y se ha fortalecido. Ahí podría haber estado su gran debilidad, ya que no entender esa pluralidad y, sobre todo, no respetarla, podría haber conducido a la autodestrucción. Pero lo más notable es que, todo lo contrario, hemos aprendido no simplemente a convivir, pero sobre todo a respetar lo distinto, lo disidente, lo peculiar. Entonces el carácter heterogéneo del movimiento ha devenido su fortaleza principal. Porque ello le infunde creatividad, imaginación e iniciativa.

Ha sido un inmenso proceso de aprendizaje. Y seguimos aprendiendo. Pero posiblemente son los “líderes nacionales”, las figuras públicas más notorias, quienes más rezagados han quedado. Alguno por ahí, tan solo para citar un ejemplo desafortunado, liga su beligerancia dentro del Movimiento con una posible candidatura presidencial.

El movimiento ciudadano de base dejó rezagados a la mayoría de los “líderes” nacionales. Ello les plantea a éstos una exigencia urgente: la de una profunda revisión ética –ser mucho más generosos, humildes y respetuosos– y, respectivamente, un replanteamiento a fondo de su visión y praxis políticas. Sobre todo, deben aprender que a esta ciudadanía nadie le gira órdenes; que, en cambio, con esta ciudadanía se dialoga con respeto, cara a cara, en piso parejo y sin escalones.

Luis Paulino Vargas Solís | Julio 20, 2007

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