He visto, no sin asombro, a un par de catedráticos de la U (personas a quienes respeto mucho, no está de más decir) que se han manifestado su "indignación y decepción" tras el acuerdo político alcanzado por el candidato a la rectoría (Alberto Cortés) y otro candidato que no alcanzó la segunda ronda (Oldemar Rodríguez). Acuerdo que se ha hecho público, hay un documento que certifica los puntos programáticos.
¿Cómo es que se puede forjar una alianza política para ganar una eleccion? ¡Una barbaridad! ¡Un acto inmoral, censurable, y condenable! Parece que esto es lo quieren decir quienes condenan el acuerdo. Alaban a quienes no firmaron acuerdos, y los ponen de ejemplo.
Lo que en realidad pasa es algo muy sencillo: no logró Carlos Araya el acuerdo para que otros candidatos le apoyaran. Es así. No logró forjar un acuerdo político con otras fuerzas, esto a pesar de que Araya aseguró que él tiene mejores habilidades de negociación (recuérdense las desafortunadas declaraciones de Araya en Radio Universidad en que aseguró que él podria negociar mejor el FEES con el pachuco presidencial que Gustavo Gutierrez). Para no quedar en evidencia, entonces la narrativa que construyen es la de condenar el acuerdo político que otros sí alcanzaron. En la política juegan las narrativas. Está clara la del representante de la nefasta administración Jensen.
Es claro que a estos catedráticos, y al grupo que representan, sí les preocupa que haya habido un acuerdo político, porque aunque no hay un automatismo y un trasvase de votos, sí es cierto que Cortés suma, sí es cierto que ese acuerdo muestra una voluntad y una capacidad para negociar, que Ayara no tuvo. Tal vez con Chaves logre negociar mejor.
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