Mendoza, Argentina.
He dejado Mendoza. Será muy difícil resumir lo vivido por estas tierras, fue muy intenso, pero realmente hermoso. La verdad no sé por dónde empezar. Creo que sería mejor por las JEC.
Y sobre las Jornadas de Economía Crítica, me declaro absolutamente satisfecho. El nivel de discusión en estas Jornadas ha sido realmente muy bueno. No sé si ya lo había dicho, pero acá en la Argentina, Marx no está muerto ni enterrado. La perspectiva crítica de estas discusiones han revitalizado muchas de las cosas que creo y muchas de mis interpretaciones sobre la realidad. Me voy de Mendoza con mucho más herramientas de las que vine, aun cuando mucho de lo discutido tiene que ver con el contexto tan complejo de Argentina, hay elementos comunes. Sobre mi presentación en las Jornadas, me llevo un buen sabor, y con muchas enseñanzas, algunos señalamientos y muchísimas cosas por corregir, por supuesto eso enriquece el trabajo, sobre todo pensando en lo que viene, convertir esa ponencia en un libro, este viaje me ha dado el empujón definitivo.
Los Trotskistas parece que son de manual, y no digo como insulto a mis queridos amigos trotskos, es sólo que parece que se ponen de acuerdo en su retórica, y en su empeño de cuadrar la realidad al manual leninista-trotskista. Me explico. En las mesas en que intervinieron siempre lo hicieron no para generar debate, sino con la arrogancia de pretender tener la verdad, abusando del uso de la palabra, planteando las cosas como si la realidad fuera como decir dos más dos son cuatro.
De las JEC me llevo apenas una leve idea de lo que es Argentina, en términos políticos y económicos, porque este país es de una complejidad tal, que resulta imposible entender cómo es que funciona, a los mismos argentinos les cuesta comprenderlo. También me ha resultado muy patente la tensión "centro-periferia" que hay, a veces se cree que el país es Buenos Aires, y bueno en realidad es como si se tratara de muchos países en uno solo. Lo que me lleva a preguntarme, y que le pregunté a alguna gente, qué es lo que los une como argentinos. En Mendoza es muy interesante hacer la pregunta, porque están "cerca" de Chile y comparten muchas cosas. El acento es una mezcla de chileno y argentino, muy linda mezcla. Aunque debo decir que en Mendoza la gente es mucho, mucho, más atenta.
En Mendoza conocí a gente muy linda, gente brillante y sensible. Con los mismos dilemas que yo y otros tantos, por supuesto, acordes a su realidad, y me sentí muy identificado. Crisis existenciales en medio de las cenas, acompañadas de cervezas, fueron la tónica de las noches que empiezan a eso de las 10, o después, generalmente después. Sobre las cosas conversadas ya haré algunas reflexiones, porque amerita pensarlas mejor, ordenarlas y darles forma, creo que esas discusiones vale la pena dedicarles un apunte aparte.
Me llamó muchísimo la dinámica en torno al mate. La gente anda con sus termos y su yerbita en todo lado. En clases, en este caso en medio de las charlas y discusiones en las Jornadas, alguien saca su termo, llena el mate de yerba y agua caliente y el mate empieza circular. Tuve la oportunidad de estar en una reunión y esa fue la dinámica, todos tomamos el mate, está para eso para ser compartido. Y la misma lógica aplica para la cerveza cuando la gente sale, se compran una grande (no vi pequeñas), y se comparte, es un asunto cultural. Claramente hay contradicciones y también hay cultura individualista, como en toda sociedad capitalista, pero tuve la impresión de que la dinámica es otra muy distinta al yo, la forma de relacionarse entre la gente me pareció algo más cercana. Es una impresión habría que estar más tiempo para saberlo realmente.
Debí haber salido de Mendoza el domingo al mediodía, pero subido en el bus me dijeron que el paso por Los Andes estaba cerrado, y pues ni modo, me tuve que quedar un día más, lo que claramente no me molestó, aunque sí me preocupó por los compromisos académicos ya asumidos en Chile, pero ya no podía hacer la nada, la nieve es la nieve.
Como me quedé me ofrecieron ir a Godoy Cruz, uno de los departamentos de Mendoza, a la celebración del Día del Niño organizada desde una organización de base. Quedé muy impresionado de varias cosas. Primero la marcada segregación territorial, que claramente existe en Costa Rica pero en Mendoza es muy grosera. Por otro lado, el trabajo de base en estas comunidades. Finalmente el espectáculo de payasos, que parecía a lo que de niño veía en televisión, más gracioso por el acento. Todo un acierto haber ido. Esa noche de domingo me llevaron a un sitio Barloa (creo que así se llama y creo que así se escribe), ahí nos cenamos un lomo, delicioso. Un lugar popular cerca de Las Heras, bien rico y la noche estuvo hermosa, divertida la conversación, nos reímos mucho. Hoy que me despedí de Betty y Ceci, sentí el nudo en la garganta y esa agua en los ojos que llaman lágrimas, y sentí desde el primer minuto que me fui que ya las extrañaba, y así es. Son miles de kilómetros de distancia que espero pronto sean cero.
El viaje de regreso a Santiago fue casi una tortura, además de no quererme ir de Mendoza y dejar atrás a gente hermosa, duré casi doce horas en el viaje. Todo iba muy bien hasta que estábamos como a media hora del puesto fronterizo, y la nieve hizo su entrada en escena. Muy linda la postal, pero en ese momento empecé a preocuparme un poco. Nevaba un poquito y luego más, y luego más. De repente el bus ya no avanzó más y supe que estábamos en el puesto de aduana bilateral. Pero estuvimos cerca de dos o tres horas sin avanzar, la nieve se hacía cada vez más intensa. Cuando por fin avanzamos y llegamos al puesto aduanero, tardamos otras dos horas y media haciendo trámites, la nieve se hacía más intensa, y yo pensaba que entre más tardábamos más noche se haría, más frío, y más nieve, y me imaginaba bajando los caracoles. Pero lo peor de todo es que mientras esperamos pusieron una película gringa bien estúpida, sobre porristas y para mayor tragedia doblada al español, pero en mexicano.
Esta fue la segunda vez que veía nieve, pero la primera que estaba en una nevada. Muy curiosa la experiencia, y el sonido de la nieve al caer en el cuerpo muy particular, las sensación aún más curiosa, y el como se pega en la barba divertida, caminar sobre la nieve es bien raro. Pero más raro que cuando veía la nieve por la ventana la más cercana parecía caer a mayor velocidad que la que estaba más lejos. Un efecto óptico, si uno pone la vista más allá de lo inmediato la nieve queda como flotando, como apenas cayendo, muy lindo se ve, hipnótico, relajante, aunque soy tan cobarde y estaba preocupado, ver caer la nieve en un momento determinado me hizo sentirme bien, al rato algo melancólico... fue algo contradictorio. Pero linda la nieve.
El chofer era un argentino muy paciente y su copiloto un chileno bigotón muy simpático. Mientras esperaba la revisión de las maletas, vi al bigotón caminar como hacia mí, iba ensimismado, y estaba soltando todo tipo de maldiciones en "lenguaje chileno", cuando me vio se sorprendió y me dijo que tenían que poner cadenas a las llantas, y entonces me preocupé un poco más. Una vez salidos de la aduana tardamos otro tanto mientras ponían las cadenas, el bigotón se había puesto el mono y manos a la cadenas. Pero lo peor fue cuando uno de los pasajeros no aparecía por ningún lado y no nos íbamos, el bigotón llamó al centro fronterizo y dijo que había 34 pasajeros esperando y que no podía ser que por uno esperaran, y cuando dijo "aquí afuera la situación es crítica" terminé de preocuparme y me imaginaba una noche bajo ese frío varados en media Cordillera de Los Andes, ya tenía algo de hambre, y luego imaginé lo peor, al estilo de "Alive", mucha tele pensé luego. Empezamos a avanzar muy lentamente, nevaba mucho. Al cabo de un rato, nueva parada, esta vez para quitar las cadenas y bajar los caracoles, la carretera estaba mojada pero no con hielo. Ya el resto fue bajada cuidadosa pero segura. Mi Ipod debe tener vida propia porque de mera casualidad en la última curva de los caracoles empezó a sonar Alive de Pearl Jam, un bello detalle.
Dejo hasta acá el apunte porque estoy destruido con este viaje, ya contaré mi regreso a Santiago y la belleza que hizo un taxista... que me hizo pensar que hubiese sido mejor otro día con el paso cerrado por Los Andes, con gusto me hubiese quedado en Mendoza con gente tan bella...
“O se opta consciente y reflejamente, o la opción de nuestra vida se realiza sin que ni siquiera caigamos en la cuenta de ello. Pero en cualquier caso, nuestra vida y nuestra acción se inscriben en uno de los sectores contendientes. No hay marginados frente al conflicto social; hay sencillamente, contendores abiertos y contendores solapados, luchadores convencidos y tontos útiles. Demasiadas veces, y más por ingenuidad que por mala voluntad, los universitarios formamos parte de este último grupo. Todos estamos comprometidos: resta saber por quién”.
Ignacio Martín-Baró
Ignacio Martín-Baró
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