“O se opta consciente y reflejamente, o la opción de nuestra vida se realiza sin que ni siquiera caigamos en la cuenta de ello. Pero en cualquier caso, nuestra vida y nuestra acción se inscriben en uno de los sectores contendientes. No hay marginados frente al conflicto social; hay sencillamente, contendores abiertos y contendores solapados, luchadores convencidos y tontos útiles. Demasiadas veces, y más por ingenuidad que por mala voluntad, los universitarios formamos parte de este último grupo. Todos estamos comprometidos: resta saber por quién”.
Ignacio Martín-Baró

miércoles, 7 de marzo de 2007

Las caricaturas como pretexto

Nunca terminan de asombrarme los comentarios que escribe el “demócrata” de Carlos Alberto Montaner y que suelen ser publicados en las páginas de opinión de La Nación S.A. Y es que el último artículo suyo publicado por ese medio (13 de febrero) me llamó la atención por la forma en que este tipo sustenta sus ideas, dando una falsa discusión sobre la publicación de unas caricaturas de Mahoma, pero que en realidad se trata de “sostener” su posición ante Irán, lo que le interesa realmente es justificar una eventual guerra preventiva y posterior ocupación de ese país, y supuesto el saqueo.
El asunto de las caricaturas, si se desea discutir seriamente, plantea discusiones bastante complejas, pero todas ellas no son tocadas de forma seria por Montaner, que, como dije poco le interesan las caricaturas, tampoco le interesan las protestas, le interesa hacer un ligue entre fundamentalismo e Irán.
Antes de comentar el artículo de Montaner para ubicarnos en lo que le sirve de pretexto hago un breve resumen. Es conocido por todos que un diario danés publicó doce caricaturas, en una de ellas el Profeta Mahoma (o más bien, un dibujo que se suponía era una caricatura de Mahoma) aparecía con un turbante en forma de granada, haciendo claramente una equiparación entre islamismo y terrorismo, pero además cometiendo una ofensa gravísima a quienes profesan el Islam (según entiendo algunos teólogos islamistas rigurosos consideran una idolatría blasfema la reproducción una efigie de Mahoma). Posteriormente las caricaturas fueron publicadas en Francia y España por periódicos de línea conservadora. Quienes justifican la publicación han argumentado que tienen “derecho a caricaturizar a Dios” (también, según entiendo, Mahoma es un profeta y no Dios, ¿ignorancia o cinismo?), también alegan la libertad de expresión como derecho fundamental en occidente, “derecho irrenunciable”. Esta serie de hechos, como también sabemos, provocó una gran cantidad de manifestaciones en todo el mundo musulmán y en muchas ciudades de occidente, algunas de estas manifestaciones fueron violentas (la mayoría no, pero de eso no informó la prensa, que seguía defendiendo la libertad de expresión). Lo contradictorio es que quienes defienden la libertad de prensa no hablan de la censura que hay en EE.UU., representante del mundo libre, pongo un ejemplo, la ceremonia de entrega de los Óscar que se transmitió en diferido para evitar manifestaciones políticas, esos medios no hicieron una defensa a ultranza de la libertad de expresión como sí lo hicieron con el asunto de las caricaturas.
Volviendo al artículo, me parece detestable que La Nación S.A. publique este tipo de comentarios todos los días (o casi todos), y que no haga una reflexión seria sobre lo que realmente pasó con las mal famosas caricaturas, con lo que pasa con Irán, sobre los límites de la libertad de expresión (allá y aquí) y el derecho a una información equilibrada. La Nación S.A. no lo hace, en vez de ello publica al columnista estrella de la derecha cubana más reaccionaria de Miami, quien empieza la “discusión” con una simpleza impresionante. Para llegar al punto que le interesa divide su artículo en tres “observaciones”.
En la primera, se manifiesta sorprendido por la “serena actitud de la comunidad islamista en USA” ante las caricaturas de Mahoma, nos explica la “clave del éxito”, textualmente dice: “es posible que la clave esté en una característica de la cultura norteamericana que acaso ha teñido las actitudes de las comunidades mahometanas estadounidenses: han aprendido a convivir con aquello que detestan” (¡!). Creo que se le olvidó mencionar la constante “amenaza terrorista” que se cierne sobre los EE.UU. un día sí y otro también, imagino que el aparato represivo tendrá muy en cuenta a la comunidad islámica de EE.UU., o sea, bien vigilada, pero esto para Montaner podría ser en el mejor de los casos, o una anécdota o una falsedad propia de los enemigos de la libertad. Mejor sigamos adelante y no especulemos con “teorías conspirativas” poco alejadas de la realidad estadounidense.
Por otro lado, espero que el llamar “mahometanos” a quienes profesan el Islam sea pura ignorancia, y no el afán de llamarlos de una forma despectiva, porque insito, desde mi ignorancia, que el Dios del Islam no es Mahoma, sino Alá.
Siguiendo con su brillante línea argumentativa, nos instruye y nos explica en qué consiste la tolerancia (valor cultural gringo): en simplemente “tragar en seco o protestar pacíficamente” ante todos aquellos ataques o insultos étnicos (chistes racistas de mal gusto, supongo que para él existirán algunos chistes racistas de “buen gusto”), o ataques a las creencias religiosas, porque “ese es el precio que se paga por vivir en una sociedad libre”. ¡Brillante! Para este tipo, la sociedad libre se basa en la libertad de insultar al otro, y que el otro “lo tolere” (o sea, no diga “ni pío”), bonita definición de sociedad libre. El insulto y la ridiculización del otro como derecho. No se plantea en ningún lugar del artículo la necesidad asumir una actitud de respeto a los otros diferentes. No. Tampoco, ni por asomo, hay un intento de ubicarse en la lógica del otro, es decir entenderlo, menos aún hay disposición de diálogo, ni siquiera se le ocurrió a Montaner plantear el intercambio cultural de todo tipo. Su lógica absolutamente limitada y conservadora únicamente llama, desde una posición de poder, a “tolerar”, y por supuesto (bajo esta definición de “tolerancia”) quienes deben tolerar son “los otros”, las minorías, los diferentes, los excluidos, las mujeres. Las élites y mayorías blanquitas, simplemente ejercerán su derecho de expresión (o sea de burla y humillación) teniendo como instrumento legal la famosa Primera Enmienda de la Constitución Política de EE.UU., sostenedora, según Montaner, “de este espíritu envidiable de tolerancia”, ¡vaya envidia que me da!
La segunda y todavía “más brillante” observación, no es nada original, ya se la había escuchado a Bush (¡que casualidad!), pero va un poco más allá y es el punto de enlace hacia el tema de Irán: “A los fanáticos violentos no es posible convencerlos. Hay que vencerlos. Frente a un energúmeno dispuesto a matar por un supuesto agravio moral como el de las inocentes caricaturas danesas, solo es posible atarlo, sedarlo, juzgarlo y condenarlo a una pena grave”. Como dije Montaner es todo un “demócrata”, y sobretodo, un defensor de los derechos humanos, la integridad de las personas es lo primero, pero claro estamos ante los otros, los no-personas, animales en el mejor de los casos. Por eso hay sedarlos y amarrarlos, podrían ahorrarse el juicio y todo eso, de por sí la suerte está echada. Las “inocentes caricaturas” como vimos no lo son tanto, puesto que fueron una ofensa muy grave, y así se percibió, y no una “supuesta ofensa”, es más, debo confesar que me sentí indignado ante la equiparación musulmán-terrorista. Por supuesto además de eso se agrega lo de Mahoma en el mundo islámico, con lo que lo de “supuesta ofensa” se las trae. Pero eso lo que hace es demostrar, una vez más, lo reducido del pensamiento derechoso de Montaner.
Por otro lado, sin afán de justificar actos terroristas, es claro que éstos no tienen su origen en caricaturas sino en situaciones mucho más complejas, como fanatismo religioso, desesperación, indignación, explotación extrema de una élite político-económica, dominación cultural, etc., a veces se mezclan todos estos factores. Por eso resulta inadmisible la argumentación que hace Montaner, porque denota incomprensión de la realidad del medio oriente, y del mundo árabe en general, muestra que no tiene disposición de dialogar y entender, menos de buscar una salida de coexistencia en un marco de respeto, no entiende un mundo pluricultural. No, dice que ¡a los fanáticos hay que acabarlos, vencerlos, destruirlos! Por supuesto los fanáticos son los otros, él es un “demócrata”, un “amante de la libertad”. La fórmula que se propone entonces es el peso de la ley, la misma que debe atar, sedar, juzgar y condenar severamente a los fundamentalistas (que dicho de paso ya fueron condenados de antemano), y por supuesto, no pueden faltar los buenos negocios, libertad de empresa para todo el mundo (entiéndase las corporaciones), ¡viva la acumulación de capital!
La tercera “observación” de Montaner, aunque no lo crean es todavía más limitada, la expresa en una fórmula matemática (¡¡¡!!!), en la que hace una relación directa entre fanatismo, capacidad de destrucción y la “pasión que los domina” en su afán de destruir. El uso de esta fórmula tiene que ver con lo que realmente le preocupa a Montaner: Irán. Desde su punto de vista nadie ataca a Irán, por eso es absurdo que se plantee que Irán desarrolle energía nuclear de “forma defensiva” (sic.). Pero hasta donde sé los Estados Unidos tienen un “ligero” interés geopolítico en la zona, que llevó a la invasión de Irak, también entiendo que hay algunos yacimientos de petróleo y de gas en Irán, pero como eso no interesa a los gringos, debe ser que los iraníes son muy paranoicos. Pero de seguro se trata de eso, porque Montaner asegura que EE.UU. ayudó a Irán invadiendo Irak, ya que eliminó a un gran enemigo iraní, “nunca en las últimas décadas Irán había estado más seguro y protegido”. Eso último es textual aunque no lo crean. No voy a comentar semejante disparate, porque mi memoria es pésima y no recuerdo bien cuáles, según Buhs, eran los países que componían el “eje de mal”. El artículo de Montaner finaliza diciendo que Ahmadineyad (presidente de Irán) está dispuesto a borrar a Israel del mapa (un párrafo antes para explicar su formidable fórmula matemática mencionaba a Hitler, ya más o menos se ve por donde va la cosa), lo llama fanático y terrorista. Ignora la historia, no le interesa. Que quede claro que no justifico las declaraciones hechas por Ahmadineyad, pero sí creo que se les saca de contexto histórico con claras intenciones ideológicas, además el tema de la ocupación israelí y el genocidio al pueblo palestino, ni siquiera es mencionado por el cubano de Miami. Pero esto da para una amplia discusión que no desarrollaré ahora.
Lo que me interesa, como mencioné al inicio, es demostrar (como creo que ha quedado claro) que a Montaner le importa un carajo el asunto de las caricaturas, no le interesa comprender si hubo agravio contra el mundo árabe o no, es más no le interesa el mundo árabe, ni la diferencia cultural, solo utiliza el tema para justificar que los musulmanes son fanáticos y que deben tolerar los insultos y desagravios, “calladitos más bonitos”, de lo contrario si se indignan, serán tratados como lo que son: no-humanos, y justamente de eso está plagado el estado agresor de Irán, a quien los EE.UU. protege desinteresadamente. El asunto es claro, ese tipo que se dice presidente de Irán es un fanático, hay que desarmarlo, sedarlo, atarlo, juzgarlo y condenarlo, antes de que se inmole, y nos mande al sétimo piso del infierno.¡Guerra preventiva ya! ¡Muerte! ¡Dinero! ¡Acumulación de recursos! ¡Poder! ¿porqué diablos no lo dice así de una maldita vez? Porque necesitan que tengamos miedo, necesitan que estemos asustados, para eso sirven las alertas en los EE.UU. para tener a la gente con los nervios de punta y que con su miedo a cuestas apoyen y justifiquen el saqueo y los buenos negocios. Montaner trabaja en eso, en crear miedo, en hacer argumentaciones llenas de mentiras, vive confundir a la gente, es un parásito que vive de la intriga.
Para terminar, y hablando de fanatismos, y justificaciones sin sentido para una guerra, recordemos los orígenes religiosos de Bush, y que éste en nombre de Dios ha declarado guerras y ya invadió países, de hecho ha insinuado que actúa de tal manera porque es el mismo Dios quien le anima. En otras palabras, el Dios de los occidentales (de los cristianos para entendernos mejor) al parecer sigue invocado (e invocando según Bush) para matar – como en las Cruzadas –, solo que peor, porque las muertes son más masivas. ¿quién es el fanático entonces? ¿quién es el loco?
Cualquiera que lea esto puede preguntarse, ¿porqué Josué entonces lee a Montaner si está casi enfermo de leerlo? La respuesta es simple: no sé, pero tal vez sea por puro masoquismo.
4 de marzo, 2006


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